Pancho y Carmelo, la valiente misión
Había una vez en la selva de Argentina, un valiente puma llamado Pancho. Vivía junto a su esposa, Pancha, y sus tres pequeños cachorros, Pedro, Paula y Patricio.
Todos los días Pancho se levantaba temprano para buscar comida y así asegurarse de que su familia estuviera bien alimentada. Un día, mientras Pancho caminaba por el bosque en busca de presas, escuchó un grito desesperado proveniente del cielo.
Alzó la vista y vio a un majestuoso cóndor llamado Carmelo volando en círculos sobre él. -¡Ayúdame, Pancho! -gritó Carmelo-. Estoy muy débil y hambriento. No he podido encontrar comida desde hace días. Pancho sintió empatía por el cóndor y decidió ayudarlo.
Juntos buscaron entre los árboles hasta que encontraron un nido lleno de huevos abandonados. -Mira Carmelo, estos huevos podrían ser nuestro almuerzo -dijo Pancho con entusiasmo. Sin embargo, justo cuando iban a tomarlos para comerlos, apareció una madre ave llorando cerca del nido vacío.
-¡Mis bebés! ¡Alguien ha robado mis huevos! -sollozaba la madre ave. Pancho miró a Carmelo y ambos entendieron lo importante que era devolver esos huevos a su legítima dueña.
Así que decidieron seguir las huellas dejadas por el ladrón hasta llegar al escondite de un zorro astuto llamado Zafiro. -Zafiro, devuelve esos huevos inmediatamente -exigió Pancho con valentía. El zorro, asustado por el puma y el cóndor, no tuvo más opción que obedecer.
Devolvió los huevos y se disculpó con la madre ave. -Gracias por ayudarme a recuperar mis huevos -dijo la madre ave emocionada-. Pero ahora, ¿qué comeremos? Pancho miró a su familia y luego a Carmelo. Tuvo una idea brillante.
-Madre ave, ¿te gustaría compartir estos huevos con nosotros? -preguntó Pancho amablemente-. Así todos podremos alimentarnos juntos. La madre ave aceptó encantada y compartieron los huevos entre las dos familias.
Todos comieron hasta saciarse y se unieron en un banquete de gratitud y amistad. A partir de ese día, Pancho y Carmelo se convirtieron en grandes amigos. Trabajaron juntos para encontrar comida tanto para sus propias familias como para otros animales necesitados de la selva.
Aprendieron que al ayudar a los demás, todos salen beneficiados. Y así fue como el valiente puma Pancho enseñó a su familia y al cóndor Carmelo sobre la importancia de ser solidarios y generosos con aquellos que más lo necesitan.
Juntos demostraron que cuando nos preocupamos por los demás, creamos una comunidad fuerte y unida donde todos pueden vivir en armonía.
FIN.