Pancho y las reglas del Bosque



Había una vez una escuela muy especial llamada "Escuelita del Bosque", ubicada en lo profundo de un hermoso bosque. En esta escuela, los animales del bosque asistían a clases para aprender y divertirse juntos.

El profesor Don León era el encargado de enseñarles a los animalitos todo lo que necesitaban saber. Pero había un problema: algunos alumnos no respetaban las normas de comportamiento en el aula.

Un día, Don León decidió hablar con todos los estudiantes sobre la importancia de seguir las reglas. Les explicó que si no se comportaban correctamente, podrían causar problemas y dificultades para ellos mismos y para sus compañeros.

Los animalitos prestaron mucha atención a las palabras del profesor, pero había uno en particular que siempre parecía desafiar las normas: el travieso conejito Pancho. Pancho era un conejo muy juguetón y curioso. Siempre estaba saltando por todas partes y distrayendo a sus compañeros durante las clases.

No podía quedarse quieto ni un segundo. Un día, mientras todos estaban concentrados en una lección importante sobre cómo construir nidos seguros, Pancho decidió irse a explorar por su cuenta.

Se adentró más en el bosque sin darse cuenta de que se estaba alejando demasiado de la escuela. Después de un rato, Pancho se dio cuenta de que estaba perdido. Intentó encontrar su camino de regreso, pero todo parecía verse igual en ese espeso bosque. Estaba asustado y solo.

En ese momento apareció frente a él una sabia lechuza llamada Doña Sabina. Ella había estado observando a Pancho y decidió ayudarlo. "¿Qué haces aquí tan lejos de la escuela, Pancho?" preguntó Doña Sabina con voz tranquila.

Pancho se llenó de remordimiento y admitió que había desobedecido las normas y se había perdido. Estaba arrepentido por su comportamiento irresponsable. Doña Sabina le explicó que era importante seguir las reglas para mantenerse seguro y evitar problemas.

Le recordó que en la escuela tenía amigos que lo extrañaban y profesores dispuestos a enseñarle cosas maravillosas. Juntos, caminaron de regreso a la Escuelita del Bosque. A medida que se acercaban, Pancho podía oír risas y canciones provenientes del aula.

Se dio cuenta de cuánto había echado de menos estar allí con sus compañeros. Cuando llegaron, todos los animales estaban muy contentos de ver a Pancho sano y salvo.

Don León lo abrazó cariñosamente pero también le habló seriamente sobre la importancia de respetar las normas en el futuro. Desde ese día, Pancho entendió lo valioso que era seguir las reglas.

Se esforzó por comportarse adecuadamente en el aula, prestando atención durante las clases y respetando el turno de hablar sin interrumpir. La Escuelita del Bosque volvió a ser un lugar lleno de alegría y aprendizaje para todos los animalitos.

Y Pancho demostró ser un excelente alumno, siempre dispuesto a compartir sus travesuras como anécdotas divertidas después de haber cumplido con sus responsabilidades. Y así, gracias a la lección aprendida, Pancho se convirtió en un ejemplo para todos sus compañeros de cómo seguir las normas y disfrutar al máximo de su tiempo en la escuela.

FIN.

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