Pantufla, la gata aprendiz
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una gata llamada Pantufla. Era blanca y negra, con ojos verdes brillantes y un pelo suave como el terciopelo.
Pero lo que más se destacaba de Pantufla era su personalidad traviesa y juguetona. Pantufla vivía en una casa acogedora junto a su dueña, Clara. Aunque Clara la amaba mucho, no podía evitar preocuparse por las travesuras de la gatita.
Pantufla tenía una costumbre muy molesta: le encantaba tirar la basura por toda la cocina. Siempre encontraban papeles y envoltorios regados por el suelo cuando llegaban a casa.
Un día, mientras Clara estaba limpiando el desastre que hizo Pantufla con la basura, escuchó un ruido proveniente del living. Al entrar a esa habitación, quedó horrorizada al ver que las cortinas estaban todas desgarradas. "¡Pantufla! ¡¿Qué has hecho? !" exclamó Clara con frustración.
La gata miró a Clara con sus grandes ojos inocentes y se echó sobre sus patas traseras como si nada hubiera pasado. —"Miau" , respondió Pantufla como si no entendiera lo que había hecho mal. Clara sabía que tenía que hacer algo para enseñarle a Pantufla cómo comportarse adecuadamente.
Decidió buscar ayuda en el vecindario y fue así como descubrió al señor López, un adiestrador de animales muy respetado en el pueblo. El señor López visitó a Clara y le explicó cómo entrenar a Pantufla.
Le enseñó a Clara que los gatos necesitan estimulación mental y física para mantenerse felices y evitar comportamientos destructivos. "Clara, lo primero que debes hacer es proporcionarle a Pantufla juguetes adecuados para que pueda canalizar su energía de manera positiva", dijo el señor López.
"Además, debes establecer límites claros y recompensarla cuando se comporte bien". Clara siguió todos los consejos del señor López al pie de la letra. Compró juguetes interactivos para Pantufla y le dedicó tiempo cada día para jugar con ella.
Además, siempre que Pantufla se portaba bien, Clara la recompensaba con caricias y algún premio especial. Con el paso del tiempo, Pantufla comenzó a cambiar su actitud traviesa.
Aprendió a divertirse con sus juguetes en lugar de tirar la basura por toda la cocina. También dejó de trepar las cortinas después de recibir muchas caricias y premios por comportarse correctamente.
Un día, mientras Clara estaba sentada en el sofá leyendo un libro, Pantufla se acercó ronroneando y saltó sobre sus piernas. —"Miau" , dijo Pantufla con ternura. Clara sonrió y acarició suavemente a la gatita. "Eres una gata muy inteligente, Pantufla", le dijo Clara orgullosamente. "Gracias por aprender cómo ser una compañera más responsable".
Desde ese día en adelante, Pantufla siguió siendo una gata juguetona pero aprendió a comportarse adecuadamente gracias al amor y la paciencia de Clara. Juntas, vivieron muchas aventuras felices y Pantufla nunca más volvió a tirar la basura ni a trepar las cortinas.
Y así, con un poco de esfuerzo y dedicación, Pantufla demostró que todos podemos aprender a comportarnos mejor si se nos brinda el amor y la guía adecuada.
FIN.