Paola y el valor de la amistad



Érase una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Paola. Paola era conocida por su risa contagiosa y su gran habilidad para contar cuentos. Sin embargo, había algo que la hacía diferente: era un poco más alta que los demás niños de su clase. Esto sería algo que la haría enfrentarse a un desafío inesperado en su vida cotidiana.

Un día, mientras todos los chicos estaban en el patio durante el recreo, Paola decidió unirse a un juego de fútbol. Al ver su altura, algunos de sus compañeros comenzaron a murmurar.

"¿Qué hace ahí la jirafa?"- se escuchó decir a un niño llamado Lucas.

"Sí, se va a caer y romperse de tan alta que es"-, se rió Sofía, otra compañera.

Paola sintió un nudo en la garganta. No entendía por qué sus amigos la trataban de esa manera. Decidió alejarse del grupo y se sentó en un rincón del patio, mirando triste mientras los demás jugaban.

Esa tarde, Paola volvió a casa lamentándose de lo que había pasado. Su mamá, que siempre la escuchaba con atención, le dijo:

"Paola, a veces las diferencias nos hacen únicos. Pero eso no significa que debas sufrir. Siempre habrá personas que no entienden lo especial que eres"-.

Con el tiempo, Paola trató de ignorar los comentarios hirientes, pero la situación no mejoraba. Sin embargo, había un niño en el aula que se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Su nombre era Mateo, un apasionado del arte y la música. Un día, decidió hablar con Paola.

"Hola, Paola. ¿Te gustaría ayudarme a pintar un mural en la escuela?"- propuso.

"¿A mí? Pero... no soy buena pintando"-, dudó Paola.

"No importa, lo importante es que lo hagamos juntos. Cada uno puede aportar algo diferente"-.

Paola aceptó la invitación entusiasmada. Durante las siguientes semanas, pasaron horas pintando y riendo. Mateo siempre le recordaba que alcanzar el cielo no era algo malo; era simplemente una forma de ser. El mural fue cobrando vida y pronto se transformó en el orgullo de toda la escuela.

El día de la inauguración, todos los niños fueron a ver el mural terminado. Cuando se abrió el telón, no solo el mural mostraba colores vibrantes, sino que también había un mensaje escrito en él: "¡Celebremos nuestras diferencias!".

Los compañeros de Paola comenzaron a mirar con asombro lo que ella había creado junto a Mateo, y lentamente, la atención se volvió hacia ella.

"Increíble, Paola. Nunca pensé que pudieras hacer algo tan hermoso"- dijo Lucas, visiblemente sorprendido.

"Sí, es genial. Lo siento por lo que dije antes"-, se disculpó Sofía,

Paola sonrió, sintiéndose más aceptada. Desde ese día, algunos de sus compañeros empezaron a invitarla a jugar y a compartir. Se dieron cuenta de que su altura no era un problema, sino un rasgo que la hacía especial.

Con el tiempo, Paola formó un grupo de amigos diverso y unido donde cada uno tenía sus propias características que celebrar. Aprendieron que lo más importante no era la apariencia, sino el corazón y el esfuerzo que ponían en lo que hacían juntos.

Y así, gracias a la valentía de Mateo y la creatividad de Paola, la escuela se volvió un lugar donde las diferencias se celebraban y la amistad brillaba cada vez más fuerte.

Y colorín colorado, este cuento va encerrado en una gran lección: las diferencias nos hacen únicos, y la amistad nos une de formas inesperadas.

FIN.

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