Papá Conejito Glotón


Había una vez en una casita de campo, tres hermanitos muy traviesos llamados Lucas, Sofía y Mateo.

Estaban muy emocionados porque se acercaba la Pascua y esperaban con ansias la visita del conejito de Pascua que siempre les dejaba huevos de chocolate en el jardín. Una noche antes de Pascua, los tres hermanitos prepararon con mucho amor un nido especial para el conejito, con zanahorias frescas y agua en un platito.

Luego se fueron a dormir con la ilusión de despertar al día siguiente y encontrar sus huevitos de chocolate. Sin embargo, algo inesperado sucedió esa madrugada.

El papá de los niños, que tenía mucha hambre después de ver una película hasta tarde, decidió ir a la cocina en busca de algo para comer. Al abrir la heladera vio los huevos de chocolate que el conejito había dejado para sus hijos y no pudo resistirse a la tentación.

Se comió uno tras otro sin darse cuenta del error que estaba cometiendo. Al despertar por la mañana, Lucas, Sofía y Mateo corrieron emocionados al jardín para buscar sus huevitos de chocolate. Pero grande fue su sorpresa cuando descubrieron que no quedaba ninguno.

Los tres se miraron confundidos y comenzaron a buscar por todos lados, pero era evidente que alguien más había disfrutado del regalo del conejito. - ¡Papá! ¡Papá! ¿Viste qué pasó con nuestros huevitos? - preguntó Lucas preocupado.

- ¡Ay mis chiquilines! Les tengo una noticia... - respondió el papá avergonzado. El papá les contó lo sucedido aquella noche y les pidió disculpas por haberse comido los huevos sin permiso.

Los niños se sintieron tristes al principio, pero luego recordaron lo importante que era compartir en familia y perdonar los errores.

Entonces decidieron hacerle una sorpresa a su papá: prepararon juntos una nueva búsqueda del tesoro con pistas divertidas que los llevaron hasta un gran tesoro escondido bajo un árbol en el jardín. Era una caja llena de chocolates caseros hechos por ellos mismos. - Papá, sabemos que te gustan mucho los chocolates.

Por eso queríamos regalarte este tesoro especial como muestra de nuestro cariño - dijeron los niños emocionados. El papá abrazó a sus hijos con lágrimas en los ojos y prometió nunca más volver a comerse sus dulces sin permiso.

Desde ese día, aprendieron juntos la importancia de comunicarse, pedir perdón y valorar cada momento en familia. Y así terminó esta historia donde el error se convirtió en enseñanza gracias al amor y comprensión entre padres e hijos.

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