Pascuas el conejo y la Navidad mágica


En un bosque encantado vivía Pascuas, un conejo muy especial. A diferencia de los demás conejos, a Pascuas le encantaba repartir amor y alegría a todos los animales del bosque.

Un día, mientras Pascuas recogía zanahorias en el campo, escuchó llorar a alguien. Se acercó sigilosamente y descubrió que era Lila, una pequeña ardilla triste porque había perdido su collar favorito. "¡Hola Lila! ¿Qué te pasa?" preguntó Pascuas con ternura.

"Oh, Pascuas, he perdido mi collar y no puedo encontrarlo. Era un regalo muy especial" respondió Lila entre sollozos. Pascuas se puso manos a la obra y comenzó a buscar por todo el bosque el collar de Lila.

Recorrió cada rincón sin descanso hasta que finalmente lo encontró colgado en una rama alta de un árbol. "¡Aquí está tu collar, Lila!" exclamó emocionado Pascuas al bajarlo con destreza. Lila saltaba de alegría al ver su collar recuperado gracias al esfuerzo de su amigo conejo.

Desde ese día, la amistad entre ellos creció aún más fuerte. Unos días después, cuando el malvado Zorro Gris amenazaba con robar las zanahorias del campo de los conejos, Pascuas decidió actuar para proteger a sus amigos.

Con valentía y astucia logró engañar al Zorro Gris haciéndole creer que las zanahorias estaban en otro lugar lejano del bosque. De esta forma evitó que robara la comida de sus amigos y demostró su amor incondicional por ellos.

La noticia sobre la valentía de Pascuas se extendió rápidamente por todo el bosque y todos los animales lo admiraban aún más. Incluso el gruñón Oso Mieloso le dio las gracias conmovido por haber protegido su comida preferida: la miel.

Pero la mayor sorpresa estaba por venir.

En vísperas de Navidad, cuando todos pensaban en intercambiar regalos como marca la tradición navideña en muchos lugares del mundo pero especialmente en Argentina donde se celebra junto con las fiestas pascalinas; Pascuas les tenía preparada una sorpresa especial a todos sus amigos del bosque: había construido un enorme árbol navideño hecho con ramitas decoradas con bellotas y hojas secas brillantes que él mismo recolectó durante semanas.

Todos los animales se reunieron alrededor del árbol navideño improvisado por Pascuas y compartieron momentos llenos de magia y felicidad juntos.

Los pájaros cantaron villancicos, los ciervos bailaron al compás de la brisa nocturna y hasta el grillo más tímido entonó melodías navideñas bajo la luz de las estrellas. Fue entonces cuando comprendieron que no importa cuál sea nuestra tradición o festividad religiosa; lo importante es compartir amor, bondad y solidaridad con quienes nos rodean.

Y así fue como Pascuas enseñó a todos sus amigos del bosque que el verdadero sentido de estas celebraciones está en dar amor incondicionalmente sin esperar nada a cambio.

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