Pasos de Amistad


Había una vez una niña llamada Ámbar que vivía en un pequeño pueblo. Desde que era muy pequeña, a Ámbar le encantaba bailar.

Podía pasar horas moviéndose al ritmo de la música, dejando que su cuerpo se expresara libremente. Ámbar se levantaba temprano todas las mañanas y ponía su música favorita para empezar el día con energía. Bailaba por toda la casa mientras desayunaba y se preparaba para ir a la escuela.

Incluso en el camino hacia la escuela, no podía evitar dar pequeños saltitos al ritmo de sus pensamientos. En la escuela, Ámbar siempre estaba ansiosa por llegar al momento del recreo.

No porque quisiera jugar en los columpios o en el patio, sino porque había descubierto un salón vacío donde podía practicar sus pasos de baile sin interrupciones. Durante esos breves momentos de libertad, Ámbar se sentía completamente feliz y realizada.

Un día, mientras Ámbar estaba ensimismada en una rutina de baile improvisada durante el recreo, alguien entró sigilosamente al salón vacío. Era Sofía, una niña tímida pero curiosa que había observado a escondidas los movimientos elegantes y gráciles de Ámbar desde hacía mucho tiempo.

Sofía quedó impresionada por lo talentosa que era Ámbar para bailar y decidió acercarse a ella después de terminar su presentación improvisada. "¡Wow! ¡Eres increíble!" dijo Sofía emocionadamente. Ámbar miró sorprendida a Sofía y sonrió tímidamente.

No estaba acostumbrada a recibir halagos, pero se sintió feliz de que alguien apreciara su pasión por el baile. —"Gracias" , respondió Ámbar. "A mí me encanta bailar, es como si mi cuerpo supiera cómo expresarse sin palabras".

Sofía asintió y dijo: "Me gustaría aprender a bailar como tú, ¿me enseñarías?"Ámbar no podía creer lo que estaba escuchando. Nunca antes había tenido la oportunidad de compartir su amor por el baile con alguien más.

Sin dudarlo, aceptó la propuesta de Sofía y juntas comenzaron a practicar todos los días después de la escuela. Con el tiempo, Ámbar descubrió que enseñarle a Sofía no solo le permitía compartir su pasión, sino también mejorar sus propias habilidades.

Juntas exploraron diferentes estilos de baile y crearon coreografías únicas que presentaban en pequeñas funciones para amigos y familiares. Un día, mientras ensayaban para una competencia local de talentos, Sofía cometió un error en uno de los pasos. Se frustró mucho consigo misma y pensó en rendirse.

Ámbar se acercó a ella y le recordó lo mucho que había progresado desde que empezaron a bailar juntas. Le recordó que los errores eran parte del proceso de aprendizaje y que lo importante era seguir adelante con determinación.

"No importa si te equivocas", le dijo Ámbar con dulzura. "Lo importante es disfrutar del baile y dejar que tu corazón se exprese". Las palabras de Ámbar resonaron en el corazón de Sofía y decidieron seguir adelante con su presentación.

A pesar de los nervios, brillaron en el escenario y dejaron a todos maravillados con su talento y pasión.

Desde ese día, Ámbar y Sofía siguieron bailando juntas y compartiendo su amor por el baile con otros niños del pueblo. Formaron un grupo de danza que se convirtió en una fuente de inspiración para todos aquellos que soñaban con expresarse a través del movimiento.

La historia de Ámbar nos enseña la importancia de seguir nuestras pasiones y compartir nuestros talentos con los demás. También nos recuerda que no importa cuántas veces nos equivoquemos, lo importante es nunca dejar de bailar al ritmo de nuestro corazón.

Y así, Ámbar siguió bailando felizmente, iluminando el mundo con su gracia y alegría.

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