Pata Madre y el Patito Brillante



Había una vez, en un arroyo apartado de la granja y cerca de un lago cristalino, una pata cariñosa que había puesto todos sus huevos en un nido acogedor.

Con paciencia y amor, los cuidaba día y noche esperando el momento mágico en que sus polluelos romperían sus cascarones para conocer el mundo. Pasaron los días, y uno a uno los pequeños patitos salieron de sus huevos con alegría y alboroto.

Sin embargo, un huevo grande permanecía intacto, sin mostrar señales de vida. La pata se angustió al ver que su último polluelo no daba señales de querer salir al mundo. - ¡Oh, qué preocupación! -exclamó la pata mirando fijamente el huevo grande-.

¿Qué puedo hacer para ayudarte a nacer? La pata decidió pedir ayuda a sus amigos del bosque: el zorro astuto, la liebre veloz y el búho sabio. Juntos pensaron en diversas maneras de ayudar al polluelo atrapado en su cascarón.

El zorro sugirió calentar el huevo con hojas secas; la liebre propuso mecerlo suavemente con sus patitas; y el búho recomendó cantarle melodías tranquilizadoras. Día tras día, la pata siguió cada consejo con amor y dedicación.

Calentaba el huevo por las noches, lo mecía durante el día e incluso le cantaba canciones dulces llenas de esperanza. A pesar del esfuerzo conjunto, semanas pasaron sin que el huevo se abriera.

Un atardecer lluvioso, cuando todos parecían desanimados por la falta de avances, ocurrió algo extraordinario: una grieta apareció en la cáscara del huevo grande. La emoción invadió a todos los animales presentes mientras presenciaban cómo un patito diferente a todos los demás asomaba su cabecita curiosa.

- ¡Ha nacido! -gritó emocionada la pata-. ¡Nuestro valiente polluelo finalmente ha llegado! El nuevo miembro de la familia patuna resultó ser único: tenía plumas multicolores brillantes como las estrellas del firmamento y ojos chispeantes llenos de inteligencia.

Con cada paso que daba demostraba ser especial en muchos sentidos. Los días pasaron rápido junto al arroyo mientras el patito crecía fuerte y saludable bajo el cuidado amoroso de su madre pata y los amigos del bosque convertidos en tutores protectores.

Aprendió a nadar como pez en el lago cercano, a volar alto entre las copas de los árboles gracias a las enseñanzas del búho sabio e incluso descubrió talentos artísticos pintando cuadros coloridos con pigmentos naturales encontrados en su entorno.

Así fue como aquel huevo distinto se convirtió en un símbolo viviente de perseverancia y aceptación hacia lo diferente.

La historia del patito especial corrió por todo el bosque inspirando a cada habitante con su mensaje poderoso: nunca subestimes tu potencial ni te des por vencido ante las adversidades; siempre hay luz al final del camino si mantienes viva tu esperanza.

Y así concluye este relato encantador sobre una madre pata amorosa, unos amigos solidarios y un patito excepcional que conquistó corazones con su singularidad radiante bajo la sombra protectora del arroyo tranquilo donde comenzó su aventura inolvidable.

FIN.

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