Patito y el Maíz



En una granja en las afueras de la ciudad vivía Lucio, un niño travieso y curioso que tenía un patito como mascota. El patito, al que Lucio había llamado Patito, era blanco como la nieve y tenía un pico naranja brillante.

Un día, Lucio descubrió que a Patito le encantaba comer maíz. Todos los días, sin falta, Lucio llevaba un puñado de maíz a la pata de Patito, quien rápidamente devoraba cada grano con entusiasmo.

Un día, mientras Lucio y Patito daban un paseo por la granja, se encontraron con un espantapájaros. El espantapájaros, que llevaba un sombrero viejo y una camisa a cuadros, les dijo:

- ¡Hola, amigos! ¿A dónde van?

- Estamos dando un paseo por la granja -respondió Lucio- Y ahora vamos a alimentar a Patito con su maíz diario.

- ¡Ah, el maíz! Esa es mi comida favorita también -dijo el espantapájaros.

Lucio y Patito se sorprendieron al escuchar eso. Nunca habían conocido a alguien que amara el maíz tanto como Patito. El espantapájaros les contó que él cuidaba de los cultivos de maíz en la granja, y que siempre se aseguraba de que estuvieran sanos y fuertes para alimentar a todos los animales.

Lucio y Patito se despidieron del espantapájaros y regresaron a la granja. A partir de ese día, Lucio comenzó a ayudar al espantapájaros a cuidar los cultivos de maíz. A cambio, el espantapájaros les enseñó a Lucio y a Patito sobre la importancia de la paciencia, el cuidado y la gratitud.

Poco a poco, la amistad entre Lucio, Patito y el espantapájaros creció fuerte como los cultivos de maíz. Y mientras Patito seguía disfrutando de su maíz diario, Lucio aprendió valiosas lecciones sobre la importancia de cuidar la naturaleza y de apreciar las cosas simples de la vida.

FIN.

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