Patito y Tristezo en busca de amigos
Había una vez un pequeño pingüino llamado Patito que vivía en la Antártida. Era un pingüino muy alegre y curioso, siempre estaba buscando nuevas aventuras y amigos con quien jugar.
Un día, mientras exploraba el paisaje nevado, Patito se encontró con un extraño personaje. Era Tristezo, una nube gris que parecía estar muy triste.
Patito se acercó a él y le preguntó:"¿Qué te pasa, Tristezo? ¿Por qué estás tan triste?"Tristezo suspiró profundamente y dijo: "Me siento solo y nadie quiere jugar conmigo. Siempre me evitan porque piensan que soy aburrido". Patito sintió mucha pena por Tristezo y decidió hacer algo al respecto.
Entonces le propuso: "¡Vamos a encontrar nuevos amigos juntos! Seguro que hay otros animales en la Antártida que querrán conocerte". Tristezo dudó al principio, pero finalmente aceptó la propuesta de Patito. Así comenzaron su búsqueda de amigos por toda la Antártida.
Primero fueron a visitar a los lobos marinos en la playa. Pero cuando vieron a Tristezo acercarse, todos huyeron asustados pensando que iba a llover. Patito no se dio por vencido e insistió en seguir buscando. Luego fueron al iglú del señor Oso Polar.
Cuando tocaron la puerta, el oso salió corriendo asustado al ver a Tristezo detrás de Patito. Parecía creer que si se acercaba, el frío se intensificaría y no podría dormir tranquilo.
Patito empezaba a perder un poco la esperanza, pero decidió seguir intentándolo. Juntos fueron a visitar a las focas en el hielo. Pero al ver a Tristezo, todas se sumergieron rápidamente en el agua pensando que iba a nevar.
Tristezo estaba muy triste por estos rechazos, pero Patito le recordó que no debían rendirse. "La amistad es muy valiosa y sé que hay alguien allá afuera que te aceptará tal como eres", le dijo con una sonrisa.
Decidieron ir al lugar más alto de la Antártida: la cima de una montaña. Desde ahí arriba podían ver todo el paisaje nevado y los animales que vivían en él. Mientras estaban allí, vieron algo brillante en medio del mar de hielo.
Era un pequeño pingüino llamado Pepito que parecía estar perdido. Patito y Tristezo corrieron hacia él para ayudarlo. "¡Hola! ¿Estás bien?" preguntó Patito preocupado. "Sí, me he separado de mi familia y no sé cómo volver", respondió Pepito con lágrimas en sus ojos.
Tristezo se acercó lentamente a Pepito y le dijo: "No estés triste, estamos aquí para ayudarte". Su voz sonaba cálida y reconfortante. Pepito miró sorprendido a Tristezo y luego sonrió tímidamente.
Juntos buscaron durante horas hasta encontrar finalmente el grupo familiar de Pepito. Todos se abrazaron emocionados. Desde ese día, Tristezo se dio cuenta de que no tenía que ser algo malo.
A veces, la tristeza puede ayudarnos a encontrar a las personas indicadas en los momentos más difíciles. Y así, Patito, Tristezo y Pepito se convirtieron en los mejores amigos de la Antártida.
Y aunque Patito nunca dejó de ser un pingüino alegre y curioso, aprendió que también era importante estar allí para los demás cuando más lo necesitaban. Y eso hizo su amistad aún más fuerte y especial. Fin
FIN.