Pato Laguna y el Viaje del Amigo Cansado



Era una brillante mañana en el lago de Pato Laguna, donde sus aguas reflejaban el cielo azul. Pato, un pato amistoso y curioso, se encontraba nadando cuando notó algo extraño en la orilla.

"¿Qué será eso?", se preguntó mientras se acercaba.

Al llegar, descubrió a un viejo pato viajero, con plumas un poco desgastadas y un aire cansado.

"Hola, amigo. Soy Pato, ¿y vos quién sos?", dijo entusiasmado.

"Hola, Pato. Soy Don Viajero, he estado recorriendo ríos y lagos, pero ahora estoy un poco cansado", respondió el viajero con una sonrisa débil.

Pato, lleno de energía, se sintió preocupado por su nuevo amigo.

"¿Te gustaría quedarte un rato aquí? Este lugar es muy bonito y hay mucho para comer!", ofreció Pato.

"Sí, gracias. A pesar de mi cansancio, he escuchado historias increíbles sobre este lago. Dicen que es mágico", dijo Don Viajero mientras se acomodaba en la orilla.

Los dos pasaron la tarde hablando de aventuras. Pato le contó sobre los días soleados y las noches estrelladas, mientras que Don Viajero relataba sus experiencias recorriendo caminos desconocidos y conociendo a animales fantásticos.

"Cuento con muchos lugares donde he volado, pero siempre regreso a los mismos amigos. Ellos son los que realmente hacen que valga la pena", confesó Don Viajero.

"¡Eso es cierto! A veces, lo más bonito de una aventura es volver a contarla con alguien", reflexionó Pato.

Sin embargo, al anochecer, Don Viajero recibió un mensaje en su pico que le hacía sentir un poco inquieto.

"Tengo que irme al amanecer, Pato. Sigo mi camino, pero siempre llevaré conmigo la calidez de nuestra charla", dijo Don Viajero.

"Pero, ¿por qué tan pronto? No tenés que irte si no querés. Podés quedarte más tiempo", insistió Pato.

"Cada lugar tiene su temporizador, Pato. Y aunque quiero quedarme, siento que debo seguir mi viaje. Pero prométeme, cuando sea tu turno de explorar, ve a los lugares que tantas veces mencioné", dijo Don Viajero.

Pato se sintió triste, pero entendió que cada aventura tiene su momento y que ninguna historia termina realmente.

"Prometido. Y cuando regrese, haré un gran banquete para celebrar nuestros reencuentros", contestó con una sonrisa.

Al amanecer, Pato despertó solo, pero con una sensación de gratitud. Había aprendido que los amigos vienen y van, pero siempre se llevan consigo un pedacito de amor y recuerdos. Desde ese día, Pato se dedicó a explorar los secretos de su lago, llevando siempre en su corazón las historias de su amigo Don Viajero.

Una mañana, mientras nadaba, Pato sintió una llamada en el aire. Era un sonido familiar, una melodía que traía consigo la brisa.

"¿Podría ser...?", se preguntó. Y al voltear, allí estaba Don Viajero, esta vez con más amigos a su lado: aves de colores brillantes y un grupo de simpáticos patitos.

"¡Pato! Volví, ¡y he traído a mis amigos para que conozcan tu lago!", gritó Don Viajero con alegría.

Pato no podía contener su felicidad. En ese momento comprendió que aunque los amigos se vayan, el vínculo nunca se rompe y siempre pueden regresar, listos para nuevas aventuras.

"¡Vamos a practicar las historias juntos!", exclamó Pato, mientras todos se lanzaban al agua para jugar y explorar, llenando el lago de risas y amistad.

Y así, Pato Laguna aprendió que la verdadera magia del viaje está en las conexiones que hacemos en el camino. Cada caricia del viento y cada historia compartida hacen que nuestras vidas sean mucho más ricas y llenas de alegría.

FIN.

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