Patricia y el Colegio Retama



En un lugar muy, muy lejano, había un colegio llamado Retama. Pero no era un colegio común y corriente. Los alumnos de Retama eran ogros. Y no unos ogros cualquiera, sino ogros muy vagos que no querían hacer nada. Al llegar al lugar, la nueva profesora, Patricia, se dio cuenta de que todos los niños preferían dormir o jugar con barro en lugar de estudiar. Triste y decidida, Patricia pensó en cómo podría ayudar a esos pequeños ogros.

Un día, Patricia decidió usar su magia. Con un movimiento de su varita y una linda canción que cantaba con voz melodiosa, hizo algo sorprendente. ¡Los ogros comenzaron a transformarse en niños de verdad! Sus orejas se achicaron, su piel se volvió suave y sus corazones latían con ganas de aprender. Los ogros se miraban entre sí, confundidos pero emocionados.

"¿Qué nos hiciste, maestra Patricia?" - preguntó uno de los niños, con sus ojos brillando de curiosidad.

"Los he convertido en niños de verdad, y ahora, ¡es hora de que aprendamos juntos!" - respondió Patricia con una sonrisa.

A partir de ese momento, los niños empezaron a descubrir lo divertido que podía ser aprender. Patricia les enseñó sobre matemáticas a través de juegos, las ciencias a través de experimentos emocionantes y la literatura usando cuentos mágicos. Todo en la escuela Retama era diferente. Los chicos corrían por los pasillos, reían y, sobre todo, preguntaban.

Un día, mientras estaban en la clase de ciencias, Patricia propuso un experimento que cambiaría todo. Les dijo:

"Hoy crearemos un volcán en erupción. ¿Quién quiere ayudarme?" -

Los ojos de los niños se iluminaron con la idea. Empezaron a reunir materiales y se prepararon para la actividad. Cuando el volcán hizo "¡boom!" y el lava burbujeante comenzó a fluir, todos gritaron de alegría.

"¡Esto es increíble!" - exclamó otra niña. "¿Podemos hacer otro?" -

Y así, con cada nuevo proyecto, los niños se convertían en más creativos y curiosos. Sin embargo, no todo era simple. Un día, un grupo de chicos decidió no hacer la tarea y se escaparon al bosque cercano. Patricia los encontró un poco asustados.

"¡Chicos! ¿Qué están haciendo aquí?" - les preguntó.

"Es que la tarea es aburrida, maestra. Preferimos jugar en el bosque." - respondió uno de ellos.

Patricia se agachó a su altura y les dijo:

"Entiendo que a veces las cosas pueden parecer aburridas, pero aprender puede ser tan emocionante como jugar. ¿Por qué no intentamos aprender de la naturaleza?" -

Así, decidió organizar una clase al aire libre, donde los niños pudieron explorar el bosque, aprender sobre plantas, animales y ecosistemas. Aquella experiencia los dejó maravillados.

"¡Mirá, hay una mariposa!" - gritó un niño.

"¡Y ese árbol es enorme!" - exclamó otro.

Patricia sonrió al ver cómo aprendían con entusiasmo. Con el tiempo, los alumnos de Retama no solo se enamoraron de aprender, sino que también se convirtieron en grandes amigos, y cada día descubrieron algo nuevo juntos.

Tras varios meses, todos los chicos se habían transformado, no solo en niños de verdad, sino también en aprendices curiosos y creativos. Patricia sabía que su trabajo allí estaba llegando a su fin.

"Chicos, tengo que irme. Pero siempre llevaré conmigo sus risas y sus ganas de aprender. Nunca olviden lo divertido que es descubrir cosas nuevas." - les dijo con una lágrima en el ojo.

Los niños, ahora verdaderas personitas llenas de amor por el aprendizaje, se abrazaron a Patricia y le dijeron:

"¡Nunca te olvidaremos, maestra!" -

"Gracias por hacernos ver lo divertido que es aprender!" -

Y así, un día, la maestra Patricia se fue de Retama, pero en la memoria de esos niños siempre viviría el amor por el conocimiento y la gratitud por la magia que ella trajo a sus vidas.

FIN.

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