Paula, la dragón furiosa




En un pintoresco pueblo llamado El Nihuil, habitaba una imponente y majestuosa dragón llamada Paula. Aunque su aspecto podía infundir temor, Paula era en realidad una criatura amable y cariñosa.

Su pasión más grande era cuidar de su hermoso jardín, lleno de flores de todos los colores y árboles frutales. Todo el pueblo admiraba la belleza de su jardín y la paz que transmitía.

Sin embargo, un día, un grupo de traviesos niños, sin darse cuenta de que pertenecía a Paula, entraron al jardín y lo destrozaron por completo. La dragón quedó furiosa y triste al ver su amado jardín en ese estado. Decidió emprender un viaje por el pueblo en busca de los culpables.

-¿Quiénes son los que han destrozado mi jardín? -rugía Paula mientras volaba por encima de las casas. Los habitantes del pueblo, al verla tan furiosa, se asustaron y empezaron a esconderse. Nadie quería admitir lo que había sucedido.

Paula, llena de enojo, decidió tomar justicia por su propia cuenta. Sin embargo, en su búsqueda, se topó con un niño llamado Lucas, quien, al verla, no huyó ni se escondió, sino que se acercó a ella con valentía.

-¿Por qué estás tan enojada, Paula? -preguntó Lucas con una mirada comprensiva. Sin poder contener las lágrimas, Paula le contó lo sucedido con su preciado jardín. Lucas, con un gesto amable, le dijo: -Lo siento mucho, Paula. Yo te ayudaré a arreglarlo.

Juntos, buscaron herramientas y semillas para restaurar el jardín. Con el esfuerzo y la colaboración de todos los habitantes del pueblo, lograron devolverle la vida al jardín de Paula. La dragón, conmovida, agradeció a Lucas y a todos los que la habían ayudado.

A partir de ese día, los niños del pueblo aprendieron a valorar y respetar el jardín de Paula, y todos vivieron en armonía.

Paula comprendió que, a pesar del enojo, siempre es posible encontrar la forma de resolver las dificultades con la ayuda y bondad de los demás.

FIN.

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