Paula y el planeta de la alegría


Había una vez una niña llamada Paula que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Paula era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Tenía una perrita llamada Lola, una yorki terrier muy juguetona y cariñosa.

Una noche, mientras Paula se preparaba para ir a dormir, notó algo inusual por la ventana de su habitación. Una estrella brillaba intensamente en el cielo oscuro. Fascinada por su resplandor, Paula decidió quedarse mirándola un poco más.

De repente, la estrella comenzó a emitir una luz tan brillante que envolvió a Paula y Lola. Sin darse cuenta, fueron transportadas a otro planeta completamente diferente.

Cuando abrió los ojos, Paula se encontró en un lugar mágico lleno de colores vibrantes y criaturas extraordinarias. Había árboles gigantes con hojas multicolores y flores que parecían bailar al ritmo del viento.

Los animales caminaban libremente por todos lados: había elefantes rosados con alas de mariposa, jirafas que tocaban música con sus cuellos largos y leones que pintaban cuadros hermosos. Paula no podía creer lo que veían sus ojos.

Se acercó a uno de los leones artistas llamado Leopoldo y le preguntó sorprendida: "¿Dónde estamos?"Leopoldo sonrió amablemente y respondió: "¡Bienvenida al Planeta Felicidad! Aquí todos los animales viven en armonía y alegría". Paula estaba emocionada por esta nueva aventura y decidió explorar el lugar junto a Lola.

Conocieron a una tortuga llamada Matilda que les enseñó sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Juntos, recogieron basura y plantaron flores para embellecer aún más el planeta. Mientras continuaban su paseo, se encontraron con un grupo de monos que jugaban en los árboles.

Uno de ellos, llamado Lucas, era muy travieso y siempre estaba buscando hacer travesuras.

Paula le preguntó: "Lucas, ¿por qué te gusta tanto hacer travesuras?"Lucas se detuvo un momento y respondió: "Paula, me encanta divertirme y hacer reír a los demás. Pero también aprendí que es importante ser responsable y respetuoso". Paula entendió el mensaje de Lucas y decidió ayudarlo a encontrar formas divertidas pero responsables de jugar juntos.

Mientras exploraban más, se encontraron con Coco, un elefante rosado con alas de mariposa. Coco les mostró cómo volar usando sus propias alas mágicas. Paula sintió una gran emoción al volar por los cielos del Planeta Felicidad junto a su amiga Lola.

Después de pasar días increíbles en este lugar maravilloso, Paula supo que era hora de regresar a casa. Le dio las gracias a todos los animales por enseñarle lecciones valiosas sobre la amistad, la responsabilidad y la alegría.

La estrella brillante apareció nuevamente frente a ella y esta vez los llevó directamente a su habitación. Paula abrazó fuertemente a Lola mientras recordaba todas las aventuras que habían vivido juntas en el Planeta Felicidad.

Desde ese día, Paula se convirtió en una niña más valiente y consciente de la importancia de cuidar a los demás y al medio ambiente.

Y cada noche, antes de dormir, miraba por su ventana esperando ver nuevamente la estrella brillante que le recordaba el maravilloso lugar al que había viajado. Y así fue como Paula descubrió que las aventuras pueden estar en cualquier lugar, incluso más allá del cielo estrellado.

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