Payasos en la Oscuridad
Había una vez una pequeña ciudad llamada Villa Alegre, donde todos los niños iban a la escuela para aprender y divertirse juntos. Pero un día, algo extraño sucedió en la ciudad.
Una noche, mientras todos dormían, una densa oscuridad cubrió toda la ciudad. La luz de las farolas se apagó y las estrellas parecieron esconderse detrás de las nubes. Los niños se despertaron asustados y no sabían qué hacer.
En medio de la oscuridad, aparecieron unos misteriosos payasos que comenzaron a reírse y hacer travesuras por todas partes. Saltaban sobre los techos de las casas, hacían malabares con objetos brillantes y jugaban con fuegos artificiales. Los payasos eran muy divertidos, pero también causaban mucho alboroto.
Los truenos comenzaron a sonar fuertemente en el cielo y los relámpagos iluminaban la noche como si fuera de día. El ruido era ensordecedor y los niños se tapaban los oídos temerosos.
Al día siguiente, cuando el sol volvió a brillar en Villa Alegre, todos los niños fueron a contarle al director de la escuela lo que había sucedido esa noche tan extraña. El director decidió convocar una reunión con todos los padres para buscar una solución al problema.
Juntos pensaron en cómo enfrentar esa situación tan inusual.
Fue entonces cuando Tomás, uno de los alumnos más valientes e inteligentes de la escuela, tuvo una idea brillante: "¡Debemos mostrarles a esos payasos que no tienen por qué asustarnos! ¡Podemos hacerles frente con alegría y diversión!". Todos estuvieron de acuerdo con Tomás y comenzaron a planear una gran fiesta en la escuela. Querían demostrarle a los payasos que ellos también podían divertirse sin causar problemas.
El día de la fiesta llegó, y los niños se vistieron con sus mejores trajes de carnaval. Había música, bailes, juegos y mucha risa. La escuela estaba llena de color y alegría.
De repente, los payasos aparecieron nuevamente, pero esta vez no eran oscuros ni misteriosos. Se unieron a la fiesta y comenzaron a reírse junto a los niños. "¡Qué bien que lo están pasando!", dijo el líder de los payasos mientras hacía malabares con pelotas multicolores.
"Nunca quisimos asustarlos, solo queríamos jugar". Los niños entendieron entonces que no debían temerle a lo desconocido.
A veces las cosas pueden parecer extrañas o asustarnos al principio, pero si les damos una oportunidad podemos descubrir nuevas formas de diversión y amistad. Desde aquel día en adelante, Villa Alegre se convirtió en un lugar donde todos aprendieron a valorar las diferencias y disfrutar juntos de cada momento.
Los payasos se quedaron en la ciudad para seguir divirtiendo a grandes y chicos con sus travesuras inofensivas. Y así es como Villa Alegre volvió a ser un lugar lleno de luz, risas y amor donde todos vivieron felices para siempre.
FIN.