Paz en las Alas



Había una vez en lo profundo de las montañas de Argentina, un monje budista llamado Akira. Akira vivía en un templo tranquilo rodeado de naturaleza y paz.

Todos los días practicaba la meditación, la compasión y la bondad hacia todos los seres vivos. Sin embargo, a pesar de su vida pacífica, Akira luchaba en silencio con un problema que lo atormentaba: la ansiedad. Desde hacía algún tiempo, Akira había comenzado a sentirse inquieto e intranquilo.

Su mente estaba nublada por pensamientos negativos y preocupaciones constantes que no podía controlar. A pesar de sus esfuerzos por meditar y encontrar la calma interior, la ansiedad seguía presente en su corazón.

Una mañana soleada, mientras Akira caminaba por el jardín del templo, se encontró con un pequeño pajarito herido. El pajarito tenía una ala rota y no podía volar. Al ver al animalito indefenso, Akira sintió compasión y decidió cuidarlo hasta que se recuperara.

Durante días, Akira se dedicó a cuidar del pajarito con amor y paciencia. Le daba comida, agua y calor para que pudiera sanar sus heridas.

Mientras tanto, el monje notó algo sorprendente: cuando estaba ocupado cuidando al pajarito herido, su mente se alejaba de la ansiedad y encontraba paz en el acto desinteresado de ayudar a otro ser vivo. "Pequeño amigo -le dijo Akira al pajarito-, aunque tengas una ala rota, tu espíritu sigue siendo libre como el viento.

Juntos superaremos nuestras dificultades". Con el paso de los días, el pajarito sanó gracias a los cuidados amorosos de Akira. Una mañana radiante, el animalito batió sus alas con fuerza y emprendió vuelo hacia el cielo azul.

Akira lo miró alejarse con una sonrisa en el rostro y sintió cómo su corazón se llenaba de gratitud y alegría. Sin embargo, pronto la ansiedad volvió a acecharlo con más fuerza que nunca.

Los pensamientos negativos regresaron a su mente como una tormenta furiosa que amenazaba con llevarse toda su paz interior. "¿Por qué me siento así? -se preguntaba Akira angustiado-.

¿Cómo puedo liberarme de esta carga que me oprime?"Decidido a encontrar respuestas, Akira decidió visitar al sabio anciano del pueblo cercano. El anciano era conocido por su profunda sabiduría y claridad mental. Al llegar a la humilde choza del anciano, Akira fue recibido con amabilidad y respeto.

"Dime hijo mío -dijo el anciano con voz serena-, ¿qué te preocupa tanto que perturba tu paz interior?"Akira le contó al anciano sobre su lucha contra la ansiedad y cómo había encontrado momentánea calma al ayudar al pajarito herido.

El anciano escuchó atentamente las palabras del monje budista y luego le dijo:"La respuesta está dentro tuyo mismo querido amigo. La clave para liberarte de la ansiedad no está en huir de tus pensamientos negativos o buscar distracciones externas, sino en enfrentarte valientemente a ellos".

Akira reflexionó sobre las palabras del anciano mientras regresaba al templo esa noche. En medio del silencio nocturno, decidió seguir el consejo del sabio anciano e iniciar un viaje interno hacia sus miedos más profundos.

Durante semanas enteras practicó intensamente la meditación mindfulness para observar sus pensamientos sin juzgarlos ni aferrarse a ellos. Poco a poco fue descubriendo patrones mentales arraigados que alimentaban su ansiedad: miedos irracionales sobre el futuro incierto o preocupaciones excesivas sobre situaciones fuera de su control.

Con determinación y perseverancia, Akira aprendió a reconocer esos pensamientos negativos como simples creaciones de su mente condicionada por años de hábitos mentales nocivos.

Una mañana soleada mientras meditaba bajo un árbol centenario cerca del río cristalino que fluía mansamente cerca del templo budista; algo maravilloso ocurrió dentro él: tuvo una revelación interna profunda donde comprendió finalmente que él era dueño absoluto de sus pensamientos; entendiendo además que estos solo tenían poder si él decidiera otorgárselos; pero ante todo entendió también que podían cambiar si así lo deseare realmente desde lo más hondo de sí mismo.

Esa misma tarde compartió estas revelaciones internas durante una ceremonia especial frente  la comunidad reunida donde explicò paso  paso cada uno  de estos hallazgos internos logrados durante meses enteros dedicados únicamente para este propósito.

La comunidad quedò asombrada ante tal enseñanza tan clara e iluminadora proveniente justamente desde ese joven monje quien siempre habìa demostrado tal fortaleza interna pero quièn ahora mostràba ademàs tal grado tan alto ya no solo sabidurìa sino tambien autoconocimiento personal.

Akiza cerrò entonces aquel cìrculo virtuoso movilizando asì profundamente toda aquella comunidad allì presente quienes vibraron fuertemente ante tales enseñanzas magistrales brindadas por èl.

A partir entonces aquel dìa todo cambiò para siempre ya no solo para aquel joven monje sino tambièn para aquella comunidad entera quienes comprendieron finalmente què debìan hacer frente cualquier adversidad futura basándose justamente en aquellas enseñanzas impartidas por èl.

Y asì todos juntos continuaron adelante firmemente rumbo hacia nuevos horizontes llenos esperanza, luz, amor, solidariadad plena ; recordando siempre sin embargo cada palabra cada gesto cada mirada transmitida justamentre desde aquel joven monje quien supo mostrarles finalmente cuál era verdadero camino correcto seguir siempre aún cuando todo pareciera indicarlo contrario...

FIN.

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