Paz y la magia del jardín
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una bebé llamada Paz. Paz era una niña muy especial, llena de energía y alegría.
Desde que abría sus ojitos por la mañana, su sonrisa iluminaba toda la habitación. Paz vivía junto a sus papás en una casa rodeada de un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores y árboles frondosos que bailaban con el viento.
A Paz le encantaba despertarse temprano para ir al jardín y jugar entre las hojas verdes y las risas de los pajaritos. Una mañana, mientras Paz gateaba por el jardín, escuchó un suave murmullo proveniente del rosal más grande.
Se acercó curiosa y descubrió a Rosita, una rosa parlanchina que le dijo:- ¡Hola Paz! ¿Quieres ser mi amiga? Paz rió emocionada y respondió:- ¡Sí, sí! ¡Amigas! Desde ese día, Paz y Rosita se convirtieron en inseparables compañeras de juegos.
Juntas bailaban al ritmo del viento, contaban historias a las mariposas y compartían secretos con los rayos del sol. La risa de Paz resonaba por todo el jardín, haciéndolo aún más mágico.
Un día, mientras exploraban un rincón escondido detrás del estanque de nenúfares, encontraron a Lucas, un travieso sapito verde. - ¡Hola amiguitos! Soy Lucas, ¿quieren saltar conmigo? Paz asintió emocionada y Rosita agregó:- ¡Claro que sí! ¡Será divertido! Así comenzaron las aventuras de los tres amigos en el jardín.
Jugaban al escondite entre las flores, exploraban cada rincón en busca de tesoros imaginarios y aprendían juntos sobre la importancia de cuidar la naturaleza. Una tarde soleada, mientras descansaban bajo la sombra del sauce llorón, llegó Don Gato Maullador, el guardián del jardín.
- Buenos días queridos amigos -maulló Don Gato-. Hoy les traigo una misión importante: deben cuidar este hermoso lugar como si fuera su tesoro más preciado. Paz asintió con determinación y prometió:- Lo cuidaremos siempre.
A partir de ese momento, Paz se convirtió en la guardiana oficial del jardín junto a sus amigos Rosita y Lucas. Cuidaban cada planta con amor, regaban las flores sedientas y protegían a los animalitos indefensos que visitaban el lugar.
Los días pasaron volando entre risas y juegos hasta que llegó la primavera nuevamente al pueblo. El jardín estaba más radiante que nunca gracias al esfuerzo conjunto de Paz y sus amigos.
Don Gato Maullador les miró orgulloso e hizo entrega a cada uno de ellos una medalla brillante como símbolo de su valentía y compromiso. Y así fue como Paz aprendió desde pequeñita la importancia de cuidar y respetar la naturaleza gracias a las enseñanzas recibidas en su amado jardín.
Siempre recordaría aquellos momentos mágicos junto a Rosita, Lucasy Don Gato Maullador como parte fundamental en su crecimiento como persona responsable e amorosa hacia el mundo que le rodea.
Y colorin colorado este cuento ha terminado pero lo mejor está por venir para nuestra pequeña heroína llamada paz.
FIN.