Peco y la travesura transformadora


Había una vez en el bosque un pequeño y revoltoso pez llamado Peco. Era muy travieso y siempre estaba haciendo bromas a los demás animales.

Peco era bastante pequeño y tenía la voz chillona, lo que hacía que sus travesuras fueran aún más notorias. Uno de los animales con los que Peco se llevaba peor era Pucu, un enorme pez gruñón. Pucu siempre estaba de mal humor y no toleraba las bromas pesadas de Peco.

Además, tenía una voz ronca que asustaba a todos los habitantes del bosque. Un día, mientras nadaban por el río, Peco decidió hacerle una broma a Pucu para molestarlo aún más.

Se acercó sigilosamente por detrás y le dio un susto tan grande que hizo que Pucu saltara del agua. - ¡Ja ja ja! ¡Te asusté, grandote gruñón! - se rió Peco con su vocecita chillona. Pero esta vez la broma fue demasiado lejos.

Al saltar del agua, Pucu quedó atrapado en la orilla del río debido a su gran tamaño. Intentó volver al agua pero no podía moverse. - ¡Ayuda! ¡Estoy atrapado! - gritó desesperadamente el pobre Pucu con su voz ronca.

Los demás animales del bosque escucharon sus gritos y corrieron para ayudarlo. Pero ninguno de ellos era lo suficientemente fuerte para liberar a Pucu.

Entonces llegó el momento en el que todos esperaban: ¿qué haría ahora el revoltoso de Peco? ¿Se burlaría de Pucu o se pondría a ayudarlo? Peco, aunque le gustaba hacer bromas, también sabía que había llegado demasiado lejos esta vez. Se acercó a Pucu y, con su pequeño cuerpo, comenzó a empujarlo para intentar liberarlo.

- ¡Vamos, Pucu! Juntos podemos lograrlo - dijo Peco con una voz decidida. Con mucho esfuerzo y trabajo en equipo, finalmente lograron liberar a Pucu y devolverlo al agua.

Todos los animales del bosque aplaudieron la valentía y el cambio de actitud de Peco. A partir de ese día, Peco entendió que sus bromas pesadas podían lastimar a otros. Decidió usar su ingenio para hacer reír a los demás en lugar de asustarlos o molestarlos.

Poco a poco, todos los animales del bosque comenzaron a disfrutar las nuevas bromas amigables de Peco. Incluso el gruñón de Pucu sonreía cada vez más gracias al buen humor y la alegría que traía consigo el pequeño pez revoltoso.

Y así fue como Peco aprendió una importante lección: no siempre es divertido hacerle daño o molestar a los demás. A veces, lo mejor es usar nuestras habilidades para hacer reír y alegrar el día de aquellos que nos rodean.

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