Pedrito, el mago de la amistad


Había una vez un niño llamado Pedrito que vivía en un pequeño pueblo. Pedrito era un niño muy bueno, cariñoso y con muchas ganas de ser feliz.

Siempre tenía una sonrisa en su rostro y trataba de hacer amigos con todos los niños del lugar. Pero por alguna razón, el resto de los niños no parecían entender a Pedrito. Se reían de él, le hacían bromas pesadas y nunca lo invitaban a jugar con ellos.

Esto entristecía mucho a Pedrito, ya que solo quería tener amigos con quienes compartir su alegría. Un día, mientras caminaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando en el tobogán.

Con timidez se acercó y les preguntó si podía unirse a ellos. Los niños se miraron entre sí y comenzaron a reírse. "¡Mira quién quiere jugar con nosotros! ¿Crees que puedes divertirte como nosotros?"- dijo Lucas, uno de los niños más grandes del grupo.

Pedrito bajó la mirada y suspiró tristemente. Pero algo dentro de él le decía que no debía rendirse tan fácilmente. Decidió probar suerte en otro lugar del parque y encontró una cancha donde algunos chicos estaban jugando al fútbol.

Animado nuevamente, se acercó al grupo y preguntó si podía participar. Esta vez fue Tomás quien respondió: "¿Tú? ¡Ni siquiera sabes cómo jugar al fútbol! Mejor busca otra cosa para hacer".

Pedrito se sintió desanimado nuevamente pero recordó las palabras sabias de su abuela: "Pedrito, nunca dejes que las palabras negativas te detengan. Tú eres un niño especial y siempre encontrarás la manera de brillar".

Decidido a demostrarles a todos su verdadero potencial, Pedrito buscó una actividad en la que nadie pudiera reírse de él. Encontró un viejo libro en el desván de su casa sobre magia y decidió convertirse en el mejor mago del pueblo. Pasaron los días y Pedrito practicaba incansablemente en su habitación.

Aprendió trucos sorprendentes y se convirtió en un experto ilusionista. Un día, mientras paseaba por el parque con su sombrero mágico y su varita, vio al grupo de niños jugando cerca del lago.

Decidió acercarse sigilosamente y hacerles una demostración de sus habilidades mágicas. "¡Hola chicos! ¿Les gustaría ver un truco increíble?"- preguntó Pedrito con entusiasmo. Los niños se miraron entre sí, curiosos por saber qué tenía preparado Pedrito.

Asintieron con la cabeza y se acercaron para ver lo que iba a hacer. Pedrito sacó su varita mágica y comenzó a realizar trucos asombrosos frente a los ojos atónitos de los demás niños. Los hizo desaparecer monedas, levitar pelotas e incluso hizo aparecer palomas blancas voladoras.

Los niños estaban impresionados. Nunca habían visto algo tan maravilloso antes. Se dieron cuenta de que habían estado equivocados acerca de Pedrito todo este tiempo.

Lucas se acercó a Pedrito y le dijo: "Perdón por haberte tratado mal antes, Pedrito. No sabíamos lo talentoso que eras". Pedrito sonrió y respondió: "No hay problema, Lucas. Todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos y dar segundas oportunidades".

Desde ese día, Pedrito se convirtió en el mago más famoso del pueblo. Los niños lo admiraban y querían ser sus amigos. Juntos, pasaron tardes llenas de risas y diversión.

La historia de Pedrito nos enseña que nunca debemos dejar que las palabras negativas de los demás nos detengan. Siempre hay una manera de brillar, solo necesitamos encontrarla y creer en nosotros mismos. Y recuerda, ¡nunca subestimes el poder de la amistad!

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