Pedrito y la aventura de los números



Era un día soleado cuando Pedrito, un pequeño de cinco años, se despertó en su casa. Mirándose al espejo, se dio cuenta de que tenía una gran pregunta en su cabeza: "¿Cuántos años tengo yo?"- Pero, claro, él no sabía la respuesta. Por si fuera poco, tampoco sabía cuándo era su cumpleaños.

La mamá de Pedrito, que siempre estaba atenta a las inquietudes de su hijo, lo escuchó murmurando. Se le acercó con una sonrisa y le preguntó:

"Pedrito, ¿qué te pasa?"-

"Mami, no sé cuántos años tengo ni cuándo es mi cumpleaños. ¿Por qué no sé esto?"-

La madre se agachó para mirar a Pedrito a los ojos y dijo: "No te preocupes, amor. Vamos a aprender juntos. Te voy a llevar al preescolar donde los números son los mejores amigos."-

Cuando llegaron al preescolar, el aula estaba llena de colores y juguetes. Las maestras saludaron a Pedrito emocionadas.

"¡Bienvenido Pedrito! Hoy aprenderemos sobre los números y las sorpresas que nos traen"- dijo la Seño Ana.

"¿Sorpresas?"- preguntó Pedrito, con curiosidad.

"¡Sí! Cada número tiene una historia y cada historia puede ser una aventura!"-

Esa mañana, los niños empezaron con un juego. La Seño Ana tenía un enorme dado y cada vez que lo tiraban, tenían que contar cuántos puntos mostraba. Pedrito observó cómo sus nuevos amigos contaban:

"Uno, dos, tres... ¡Seis!"-

¿Seis? Eso significaba que algunos niños tenían más puntos que otros.

"Mmm, entonces, ¿los números pueden hacer que los juegos sean más divertidos?"-

"¡Exacto!"- afirmó la Seño Ana, ¡y así Pedrito empezó su aventura!

De repente, un grupo de niños ruidosos pasaron corriendo. Pedrito, intrigado, fue detrás de ellos y encontró un mapa en el suelo. Estaba lleno de dibujos de números.

"¡Miren! ¡Un mapa!"- exclamó.

"¡Vamos a seguirlo! Quizás nos lleve a un tesoro!"- dijo una niña llamada Sofía.

Todos los niños accedieron. Al seguir el mapa, encontraron una serie de pistas. Por cada número que debían contar o sumar, encontraban una imagen: una flor, un juguete, una estrella.

"¿Y si encontramos una pista con el número cinco?"- preguntó Pedrito, recordando una parte del mapa.

"Podemos buscar cinco flores de todos los colores"- dijo otro niño.

"¡Contemos todos juntos!"- gritó Sofía.

Y así empezaron a contar:

"Uno, dos, tres, cuatro... ¡cinco! ¡Lo hicimos!"-

"Sí, ¡y encontramos la siguiente pista!"-

La aventura continuó, cada número los acercaba más al tesoro. Aprendieron a sumar, a restar y a contar juntos. Al final, llegaron a un gran árbol con un cofre. Todos miraron al árbol con asombro.

"¡Cuando abramos el cofre, quizás descubramos la respuesta a la pregunta de Pedrito!"- dijo la Seño.

"¿De verdad?"- preguntó Pedrito emocionado.

Con cuidado, los niños abrieron el cofre y, para sorpresa de todos, no había oro ni joyas, sino una gran torta con velitas.

"¡Es una torta para celebrar!"- gritó Sofía.

"¿Pero por qué?"- preguntó Pedrito.

"Porque ¡es tu cumpleaños!"- le dijeron todos.

"¿En serio?"- preguntó asombrado.

"Sí, hoy cumples seis años, Pedrito. ¡Y gracias a los números, lo hemos descubierto juntos!"-

La madre de Pedrito apareció sonriendo en el árbol, abrazando a su hijo.

"Estoy tan orgullosa de vos, Pedrito. Ahora sabes cuántos años tenés y cómo contar tus aventuras. ¡Feliz cumpleaños!"-

"¡Gracias, mami! Y gracias a todos por enseñarme a contar!"-

Los niños celebraron con torta, risas y juegos. Pedrito se sintió feliz, no solo porque había descubierto su edad y su cumpleaños, sino porque había encontrado amigos y había aprendido que los números son mucho más que símbolos; son la clave para aventuras inolvidables.

Al final del día, Pedrito se despidió de sus nuevos amigos, prometiendo volver al día siguiente para seguir aprendiendo. Y así, con una gran sonrisa y lleno de entusiasmo, volvió a casa, listo para la siguiente aventura.

Desde aquel día, Pedrito nunca olvidó cuántos años tenía ni cuándo era su cumpleaños, y eso fue solo el comienzo de su viaje hacia el mundo de los números, donde cada día podía escribir una nueva historia.

FIN.

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