Pedro, el lector valiente



Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Pedro. Pedro tenía 11 años y trabajaba en el campo desde que era muy chico.

Vivía con su familia en una casa modesta cerca del campo donde trabajaban. Pedro no asistía a la escuela porque sus padres necesitaban su ayuda para trabajar en el campo y ganar dinero para sobrevivir.

Él sabía que estaba perdiéndose muchas cosas importantes, pero no podía hacer nada al respecto. Un día, mientras trabajaba en el campo recolectando frutas junto a su padre, encontró algo extraño entre los arbustos. Era un libro viejo y desgastado por el tiempo.

A pesar de estar sucio y maltratado, Pedro sintió curiosidad por él. - Papá, ¿qué es esto? - preguntó Pedro mostrándole el libro a su padre. - Es un libro hijo - respondió su padre sin prestarle demasiada atención. - ¿Puedo leerlo? - insistió Pedro.

- Claro hijo, pero tienes que terminar tu trabajo antes - dijo su padre sonriendo. Pedro guardó el libro en su bolsillo y continuó con sus labores.

Cuando llegaron a casa esa tarde después del trabajo agotador del día, Pedro se sentó debajo de un árbol cercano y comenzó a hojear las páginas del libro con ansias. A medida que leía más y más, se dio cuenta de lo mucho que había estado perdiéndose al no asistir a la escuela.

Quería aprender todo lo posible para poder tener mejores oportunidades en la vida. Al día siguiente cuando fue al campo con su padre, llevó el libro consigo y lo leyó en cada oportunidad que tuvo.

A medida que avanzaba, su curiosidad por aprender crecía cada vez más. - Papá, quiero ir a la escuela - dijo Pedro con determinación. - Hijo, no podemos permitirnos eso. Necesitamos tu ayuda en el campo - respondió su padre preocupado.

- Pero papá, si aprendo cosas nuevas puedo ayudarte mejor en el campo y ganar más dinero para nuestra familia - argumentó Pedro convencido.

Después de mucha discusión y persuasión de parte de Pedro, sus padres finalmente cedieron y lo matricularon en la escuela local. Pedro estaba emocionado por esta nueva oportunidad y se esforzó al máximo para aprender todo lo posible.

A pesar del tiempo perdido sin asistir a la escuela desde pequeño, Pedro trabajó duro para alcanzar a sus compañeros de clase. Se convirtió en un excelente estudiante y sorprendió a todos con su dedicación y esfuerzo.

Con el tiempo, Pedro se graduó de la escuela secundaria con honores y pudo obtener un trabajo mejor remunerado gracias a su educación. Nunca olvidó las lecciones que aprendió mientras trabajaba en el campo ni dejó de valorar todo lo que sus padres habían hecho por él.

Pedro entendió que nunca era tarde para empezar algo nuevo o aprender algo diferente. Y así fue como logró superarse a sí mismo gracias al poder de la educación. Desde entonces, siempre llevaba consigo aquel viejo libro desgastado como recordatorio del camino recorrido hasta llegar donde estaba hoy.

FIN.

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