Pedro el Lobo y la Paz en el Bosque



Era una soleada mañana en el bosque, donde vivía Pedro, un lobo con un gran corazón. Aunque su apariencia atemorizaba a muchos, Pedro amaba la tranquilidad de la naturaleza y sus habitantes. En el bosque también vivían unos conejos muy traviesos que siempre estaban haciendo travesuras y un grupo de ovejas que pacían cerca del pueblo.

Un día, mientras Pedro pasaba junto al arroyo, escuchó un alboroto. Al acercarse, vio a los conejos saltando de un lado para otro, asustados.

"¿Qué pasa, pequeños?" - preguntó Pedro, preocupado.

"¡El gran lobo viene a comernos!" - gritaron los conejos.

"No se preocupen, yo soy Pedro, el lobo amistoso. No tengo intención de comerlos," - explicó con una sonrisa.

Los conejos lo miraron desconfiados.

"Pero todos dicen que los lobos son peligrosos," - chilló uno de ellos.

"Sé que así es, pero yo solo quiero ser su amigo. ¿Por qué no me dan una oportunidad?" - insistió Pedro.

Los conejos se miraron entre sí, pero aún tenían miedo. En ese momento, un grupo de ovejas se acercó a la orilla del arroyo.

"¡Pedro, ten cuidado!" - exclamó una oveja, moviendo su lana blanca.

"No te preocupes, solo quiero hablar con ellos," - respondió Pedro, intentando sonar amigable.

Al ver a las ovejas, los conejos comenzaron a temer que quidiese hacerles algo malo a ellas también.

"¡Vamos, corran!" - gritó uno de los conejos, y todos ellos salieron despavoridos.

Pedro, decepcionado, decidió seguir a los conejos y demostrarles que no era como pensaban. Caminó hacia el pueblo, donde vivían las ovejas. Al llegar, vio que un grupo de ovejas se había quedado atascado en una vereda llena de barro.

"¡Ayuda!" - lloraban las ovejas.

- “¿Qué puedo hacer yo? ” - pensó Pedro.

Con valor y determinación, se acercó y les dijo:

"Señoritas ovejas, no se preocupen, yo puedo ayudarles."

Las ovejas se miraron entre sí, dudando de las intenciones del lobo, pero luego una de ellas, llamada Lana, le contestó:

"Así que, ¿realmente vas a ayudarnos?"

"Sí, de verdad. Aunque soy un lobo, estoy aquí para hacer el bien," - dijo Pedro, mientras utilizaba su fuerza para sacar a las ovejas del barro.

Después de un rato de trabajo en equipo, las ovejas lograron salir del atolladero gracias a Pedro.

"¡Gracias, Pedro!" - exclamó Lana, sonriendo.

"No hay de qué, me alegra haber podido ayudar," - respondió Pedro, sintiéndose feliz.

Los conejos, observando desde la distancia, se dieron cuenta de que Pedro no era un lobo como pensaban. Cuando se acercaron, Lana los invitó:

"¡Vengan, conejos! Pedro nos ha ayudado. No hay razón para tenerle miedo."

Los conejos se acercaron tímidamente y Pedro les dijo:

"Hola, pequeños. ¿Puedo unirme a ustedes en sus juegos? Prometo ser amable y divertido."

A partir de ese día, el bosque se llenó de risas y juegos. Todos los animales, incluidos los conejos, las ovejas y Pedro, disfrutaron juntos de la vida en el bosque. Aprendieron que el verdadero valor no está en las apariencias, sino en las acciones y en el corazón de cada uno.

Desde entonces, Pedro se convirtió en el amigo más querido del bosque, demostrando que incluso los seres más temidos pueden ser los más amables.

FIN.

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