Pedro y el dragón



Había una vez un monstruo llamado Pedro, que era muy diferente a los demás. Tenía una sola pierna y un gran pelo en el pecho.

Aunque al principio se sentía triste por ser tan distinto, pronto descubrió que su apariencia única lo hacía especial. Un día, mientras caminaba por el Bosque Encantado, Pedro escuchó unos llantos provenientes de detrás de unos arbustos. Se acercó cuidadosamente y encontró a un pequeño conejito atrapado entre unas ramas espinosas.

"¡Oh no! ¡Estoy atrapado! ¡Ayuda!", gritaba el conejito asustado. Pedro no dudó ni un segundo y con su sola pierna saltó sobre las ramas espinosas para liberar al conejito.

El pequeño animalito estaba tan agradecido que decidió acompañar a Pedro en todas sus aventuras. Juntos exploraron cada rincón del Bosque Encantado y ayudaron a todos los animales que necesitaban ayuda.

Cada vez que alguno estaba en peligro o necesitaba algo, Pedro siempre estaba ahí para socorrerlos con su valentía y habilidad. Poco a poco, los demás monstruos comenzaron a darse cuenta de las increíbles hazañas de Pedro.

Al principio se burlaban de él por tener una sola pierna y pelo en el pecho, pero cuando vieron cómo ayudaba sin importarle su aspecto físico, empezaron a admirarlo. Un día llegó la noticia de que el malvado dragón del Bosque Encantado había secuestrado al Rey León.

Todos los monstruos estaban asustados y no sabían qué hacer, hasta que Pedro se ofreció voluntario para rescatar al Rey. "No importa si tengo una sola pierna y pelo en el pecho. Lo importante es que quiero ayudar y sé que puedo hacerlo", dijo Pedro con determinación.

Con la ayuda de su amigo conejito, Pedro recorrió cuevas oscuras, ríos peligrosos y montañas altas para llegar a la guarida del dragón. Allí encontró al Rey León encadenado y asustado.

"¡Pedro! ¡Qué valiente eres por venir a salvarme!", exclamó el Rey León emocionado. Pedro luchó contra el feroz dragón usando su astucia y habilidad. Finalmente, logró derrotarlo liberando al Rey León y llevándolo de vuelta al reino. Cuando regresaron triunfantes, todos los monstruos aplaudieron a Pedro por su increíble hazaña.

Ya no importaba si tenía una sola pierna o pelo en el pecho, porque todos habían aprendido que lo más importante era ser valientes y ayudarse unos a otros sin importar las diferencias físicas.

A partir de ese día, el Bosque Encantado se convirtió en un lugar lleno de amor y amistad. Los monstruos dejaron atrás las burlas y comenzaron a valorar las cualidades únicas de cada uno.

Y así fue como Pedro, el monstruo con una sola pierna y pelo en el pecho, se convirtió en un héroe amado por todos los habitantes del Bosque Encantado.

Su historia inspiró a muchos niños a aceptarse tal como son y a entender que la verdadera valentía está en el corazón.

FIN.

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