Pedro y el Dragón de la Justicia


Había una vez en un reino lejano, un rey llamado Pedro I. Aunque muchos lo llamaban "el cruel", él se esforzaba por ser justo y justo.

Un día, mientras paseaba por los campos de Castilla, escuchó a unas personas hablar sobre un dragón que aterrorizaba al pueblo. "¡Debemos hacer algo al respecto! ¡El dragón está causando estragos en nuestras tierras!" -exclamó un campesino. Pedro I, sintiendo la responsabilidad de proteger a su gente, decidió enfrentarse al dragón.

Se armó con valor y valentía, sabiendo que no solo debía derrotar al temible monstruo, sino también demostrar que era un rey digno del título de —"justiciero" .

Caminó hacia la cueva del dragón, donde el aire estaba lleno de humo y el suelo temblaba con cada paso del monstruo. Sin embargo, Pedro I no retrocedió. En lugar de eso, recordó las historias de héroes valientes que había escuchado de niño y se preparó para la batalla.

El dragón salió rugiendo de su cueva, con fuego saliendo de sus fauces y garras afiladas listas para atacar. Pero Pedro I no se dejó intimidar. "¡Oh gran dragón! Vengo en son de paz y justicia.

No deseo hacerte daño, pero debes dejar de atormentar a mi pueblo" -dijo con voz firme el rey. El dragón gruñó con desconfianza, sin estar seguro de si creer las palabras del rey humano.

Sin embargo, algo en la mirada de Pedro I lo hizo detenerse y escuchar. "Entiendo tu posición como protector del bosque, pero tus acciones están causando daño a inocentes. Juntos podemos encontrar una solución pacífica para todos" -insistió Pedro I.

El dragón reflexionó sobre las palabras del rey y finalmente asintió con la cabeza. Juntos idearon un plan para asegurar la paz en el reino sin necesidad de recurrir a la violencia.

Desde ese día en adelante, Pedro I fue conocido no solo como "el cruel", sino también como "el justo" y "el justiciero". Su valentía y compasión inspiraron a todos en el reino a resolver los conflictos mediante el diálogo y la empatía.

Y así termina nuestra historia sobre cómo un rey demostró que incluso aquellos etiquetados como —"cruel"  pueden transformarse en defensores justos cuando actúan con bondad en sus corazones. ¡Que esta lección nos acompañe siempre!

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