Pedro y el Dragón Mágico



Era una vez en una montaña helada donde vivía Pedro, un campesino humilde y trabajador. Cada día, Pedro se levantaba temprano para arar la tierra, cultivar hortalizas y cuidar de sus animales. Sin embargo, a pesar de su dedicación, siempre luchaba para llegar a fin de mes.

Un día, mientras recogía leña cerca de su casa, un enorme dragón de escamas relucientes apareció volando y se posó frente a él. Pedro, asustado pero curioso, lo miró con ojos grandes.

"No temas, joven campesino. Soy Drakos, el dragón guardián de los deseos. He venido a ayudarte con tu situación" - dijo el dragón con una voz retumbante pero amable.

Pedro, incrédulo, contestó:

"¿Ayudarme? Pero, ¿qué puedes hacer tú por mí? Solo soy un simple campesino."

"Cada uno de nosotros tiene un deseo en el fondo de su corazón. Si me lo cuentas, puedo hacerlo realidad. Pero recuerda, los deseos pueden tener un precio" - advirtió Drakos.

Después de pensarlo un momento, Pedro se decidió:

"Deseo tener una vida mejor, no quiero más preocuparme por el dinero y la comida. Quiero ser rey, con un castillo y todo lo que eso implica."

El dragón sonrió y, con un leve movimiento de su cola, hizo un trueno que retumbó en toda la montaña. Al día siguiente, Pedro despertó en una mansión lujosa con grandes ventanas y un espléndido jardín. Se miró en un gran espejo y vio que llevaba una corona brillante sobre su cabeza. ¡Era un rey!

El primer día en el castillo fue emocionante. Pedro disfrutó de banquetes y lujos que nunca antes había conocido. Sin embargo, a medida que pasaban los días, comenzó a darse cuenta de que ser rey no era tan fácil como pensaba.

"¿No te gustaría tener un poco de paz, reina?" - le preguntó Pedro a su nueva esposa, la reina Elena.

Ella lo miró preocupada y respondió:

"¿Y tú crees que los reyes no tienen preocupaciones? Cada decisión afecta a muchos, hay guerras que evitar, y el bienestar de todo el reino está en nuestras manos."

Un día, mientras caminaba por los jardines del castillo, Pedro se encontró con un grupo de niños del pueblo que jugaban y reían. Se sintió nostálgico y recordó su vida anterior. En ese momento, decidió visitar a la gente de su reino.

"Ven, quiero conocer a mi pueblo" - les dijo a sus consejeros.

Cuando llegó al pueblo, se dio cuenta de que muchos todavía luchaban como él lo había hecho antes. Al ver esto, Pedro entendió que ser rey significaba responsabilidad, y que su verdadero deseo no era ser rico, sino ayudar a aquellos que lo necesitaban.

"Debo cambiar las cosas y asegurarme de que todos tengan lo suficiente" - proclamó.Pedro se reunió con los campesinos y escuchó sus problemas. n"¡Vamos a trabajar juntos para hacer de nuestro reino un lugar donde todos puedan vivir felices!", exclamó.

Junto a su pueblo, comenzaron a implementar nuevas ideas para mejorar la vida en el reino. Construyeron escuelas, distribuyeron alimento y aseguraron que todos tuvieran acceso a tierras para cultivar.

Poco a poco, la montaña helada se transformó en un lugar próspero y cálido, lleno de vida y alegría. Cuando el dragón Drakos regresó para ver cómo iba todo, se mostró impresionado.

"¡Has cambiado tu deseo! No solo te has convertido en rey, sino que has usado tu poder para hacer el bien. Eso es lo que realmente importa." - dijo Drakos con orgullo.

Pedro sonrió y respondió:

"Gracias, Drakos. Aprendí que el verdadero tesoro no está en el oro ni en una corona, sino en el amor y el apoyo de mi comunidad."

Y así, Pedro el rey vivió feliz, rodeado de su pueblo, recordando siempre que la verdadera riqueza viene de compartir y ayudar a los demás. Desde ese día, cada vez que alguien tenía un deseo, Pedro les recordaba lo que el dragón le había enseñado, y juntos convertían esos deseos en realidades compartidas.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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