Pedro y el Gran Desafío
Pedro era un niño de 13 años que pasaba sus días haciendo lo que más le gustaba: jugar a videojuegos y olgananear con sus amigos. No le interesaba ayudar en la casa ni estudiar, y siempre encontraba excusas para evitar cualquier tipo de esfuerzo.
Un día, mientras Pedro se encontraba en su cuarto jugando, su madre entró con un aire de preocupación.
-Mamá: "Pedro, tenemos que hablar. La escuela tiene un concurso de talentos, y me gustaría que participes de alguna manera."
-Pedro: "Nah, eso no es para mí. Yo prefiero jugar. Además, ¿qué tengo que hacer?"
-Mamá: "Hay categorías de todo tipo. Podés tocar un instrumento, hacer magia o incluso presentar un proyecto. Pero si no te esforzás, nunca sabrás de qué sos capaz."
Ese mismo día, Pedro se encontró con su amigo Lucas en el parque. Lucas, muy entusiasmado, le contó sobre su presentación en el concurso.
-Luca: "¡Voy a hacer un truco de magia que dejo a todos boquiabiertos! He estado practicando mucho."
Pedro lo miró escéptico.
-Pedro: "¿Y por qué te esfuerzas tanto? Nadie viene a aplaudir, al final del día no importa."
-Luca: "¡Claro que importa! Es importante para mí. Además, me gusta hacer cosas nuevas y sorprender a la gente."
Pedro no podía entender la pasión de Lucas, así que siguió jugando sin preocuparse. Pero la idea del concurso comenzó a dar vueltas en su mente. Sin embargo, en lugar de motivarse, pensó que era demasiado trabajo y decidió no participar.
Días más tarde, un grupo de amigos llegó a casa de Pedro.
-Amigo 1: "Che, Pedro, Lucas va a ganar el concurso. No sé si lo sabías, pero estuvo entrenando todos los días."
Pedro sintió una punzada de envidia, pero rápidamente se convenció de que no le importaba.
Pedro: "No pasa nada. Solo es un concurso. No importa quién gane. Yo tengo mis juegos y eso es lo que me divierte."
Cuando llegó el día del concurso, Pedro decidió ir a mirar. La emoción en el aire era contagiosa. La sala se llenó de gente, y todos aplaudían y vitoreaban a los participantes. Cuando llegó el turno de Lucas, el chico se subió al escenario y realizó un truco de magia brillante que dejó a todos boquiabiertos.
El público se emocionó tanto que Pedro no pudo evitar sentir algo en su interior.
-Después de la actuación-
-Pedro: "¡Increíble! No puedo creer cuánto aplaudieron. Lucas lo hizo genial."
En ese momento, Pedro sintió que había perdido la oportunidad de hacer algo especial. Regresó a casa y reflexionó sobre lo que había visto. Comprendió que el esfuerzo realmente da frutos y se siente increíble.
Al día siguiente, decidió hablar con su madre.
-Pedro: "Mamá, creo que quiero participar del concurso el próximo año."
-Mamá: "¡Eso suena genial, Pedro! ¿Y qué vas a hacer?"
Pedro se sintió un poco nervioso mientras hacía esa pregunta, pero también emocionado cada vez más.
-Pedro: "No lo sé aún, tal vez hacer un truco de magia como Lucas..."
-Mamá: "Entonces, ¡empezá a practicar!"
Desde ese momento, Pedro se comprometió a esforzarse. Empezó a practicar trucos de magia todos los días, aunque al principio le costó. Cada error lo hacía sentir frustrado, pero cada pequeño avance le hacía sentir feliz. Aprendió a disfrutar del proceso y no solo del resultado.
Finalmente, llegó el día del concurso. Pedro subió al escenario con un poco de nervios, pero al mismo tiempo una gran emoción.
-Pedro: "Hola a todos, soy Pedro y hoy les voy a mostrar un truco de magia que he estado practicando."
El truco salió a la perfección y el público lo aplaudió con entusiasmo. Cuando terminó, ni él mismo podía creer el gran paso que había dado.
Después del concurso, se encontró con Lucas.
-Luca: "¡Felicitaciones, Pedro! ¡Hiciste un gran trabajo! ¿Estás listo para seguir esforzándote?"
-Pedro: "¡Sí, definitivamente! Gracias por inspirarme, amigo. Aprendí lo importante que es esforzarse por lo que uno quiere."
Desde ese día, Pedro se convirtió en un niño que no solo amaba jugar, sino también esforzarse y descubrir las maravillas que el mundo tiene para ofrecer. Aprendió que el esfuerzo puede ser divertido y que vale la pena luchar por lo que uno desea.
FIN.