Pedro y el león herido
Pedro era un niño curioso y valiente que vivía en un pequeño pueblo cerca de la selva. Todos los días, salía al río con su caña de pescar para atrapar peces y llevar comida a su familia.
Aquella mañana, mientras se encontraba concentrado en su tarea, escuchó un ruido extraño proveniente del bosque. - ¿Qué será ese ruido? - se preguntó Pedro mientras dejaba la caña a un lado y se adentraba en la espesura.
Siguiendo el sonido, Pedro descubrió entre los árboles a un león herido que gemía de dolor. El niño sintió compasión por el animal y decidió acercarse lentamente sin mostrar miedo.
- Tranquilo amigo león, no te haré daño - dijo Pedro con voz suave mientras extendía su mano hacia él. El león lo miró con sus grandes ojos tristes y permitió que Pedro se acercara para examinar sus heridas.
Con cuidado, el niño limpió las heridas del león y usó unas hojas medicinales que conocía para sanarlo poco a poco. Los días pasaron y Pedro visitaba al león todos los días llevándole comida y agua.
Una fuerte amistad creció entre ellos, compartiendo momentos de juego y risas en medio de la selva. El león se convirtió en el mejor amigo de Pedro, protegiéndolo de cualquier peligro que pudiera acecharlo. Un día, unos cazadores furtivos llegaron al bosque en busca de trofeos exóticos.
Al ver al majestuoso león junto a Pedro, decidieron capturarlo para venderlo a un circo. - ¡No dejaré que te lleven! - exclamó Pedro valientemente frente a los cazadores.
Con astucia e ingenio, Pedro ideó un plan para liberar al león antes de que fuera demasiado tarde. Juntos lograron escapar de los cazadores y corrieron hacia lo más profundo del bosque donde estarían seguros. Desde aquel día, el león y Pedro vivieron felices aventuras juntos, recordando siempre que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo.
La valentía y bondad del niño conquistaron el corazón del león, demostrando que la amistad no entiende de diferencias ni prejuicios; solo necesita amor y respeto mutuo.
FIN.