Pedro y el loro olvidado



Había una vez un niño llamado Pedro que tenía un loro de colores vibrantes llamado Lalo. Pedro adoraba a Lalo, pero a veces se olvidaba de cuidarlo adecuadamente. Pasaba horas jugando con sus amigos y dejaba a Lalo en la jaula, sin prestarle la atención que merecía.

Un día, mientras Pedro jugaba en el parque, Lalo se sintió triste y decidió volar. Abrió su jaula y, con un par de aleteos, se quedó en el aire. Al ver esto, un pequeño ratón llamado Rocco que vivía en el árbol cercano se acercó volando.

"¡Hola, loro! ¿Por qué dejas tu jaula?" - preguntó Rocco, curioso.

"Porque mi dueño no me cuida. Estoy cansado de estar encerrado" - respondió Lalo, con un tono melancólico.

Al oír esto, Rocco se preocupó por la amiga ave. Sentía que debía ayudar.

"Si no regresas a casa, ¿qué pasará con Pedro?" - le advirtió el ratón.

"No le importa pasar tiempo conmigo. Siempre está con sus amigos..." - lamentó Lalo.

Pero Rocco sabía que esto no era del todo cierto. Pedro podía ser distraído, pero amaba a Lalo. Entonces, Rocco tuvo una idea.

"Vamos a demostrarle a Pedro cuánto te necesita, ¡Hagamos un plan!" - sugirió el ratón.

Lalo dudó, pero finalmente aceptó. Juntos, decidieron que Lalo se iría volando por todo el barrio, haciendo travesuras y causando risas entre los niños, con la esperanza de que Pedro saliera a buscarlo.

Al día siguiente, Lalo voló bajo entre las casas, picoteando flores y haciendo bulla, mientras Rocco lo seguía y guiaba.

"¡Miren! ¡Un loro!" - gritó un grupo de chicos. Todos comenzaron a correr detrás de Lalo.

"¡Vamos, chicos! ¡Atrápenlo!" - decía uno de ellos entre risas.

Mientras tanto, Pedro estaba en el parque sin saber lo que estaba ocurriendo. De repente, un amigo le dijo:

"¡Pedro! ¿Ves a ese loro? Parece que es tuyo, ¡salí a buscarlo!"

Pedro miró hacia el cielo y vio a Lalo volar en círculos junto con el grupo de niños. Se dio cuenta de que se había olvidado de su loro y, con el corazón latiendo acelerado, empezó a correr.

"¡Lalo! ¡Vuelve! ¡Te necesito!" - gritó Pedro.

Lalo lo vio corriendo y sintió una mezcla de alegría y tristeza. Cuando sus ojos se encontraron, Lalo empezó a volar hacia Pedro.

"¡Mirá! ¡El loro está volviendo!" - exclamó un niño.

De pronto, algo extraño pasó. Un perro que estaba paseando con su dueño se salió del camino y empezó a correr tras Lalo.

"¡Cuidado!" - gritó Rocco desde abajo.

"¡Lalo! ¡Apresuráte!" - aullaba Pedro mientras se acercaba rápidamente.

Lalo hizo un giro en el aire y, usando su habilidad para volar bajo y rápido, logró aterrizar en el hombro de Pedro justo a tiempo, mientras que el perro tropezó y siguió corriendo en otra dirección.

"¡Lo lograste!" - dijo Rocco, respirando aliviado.

"Nunca más te dejaré solo, Lalo" - prometió Pedro, abrazando a su loro.

Desde ese día, Pedro se volvió un dueño más atento. Dedico tiempo cada día a jugar con Lalo en el parque, le enseñaba trucos y lo llenaba de cariño. Lalo también se volvió más juguetón y feliz.

La amistad entre Pedro y Lalo se volvió más fuerte y, debajo del árbol, Rocco sonrió al ver cómo estos dos amigos crecieron juntos.

Y así, él y sus amigos aprendieron lo importante que es cuidar de aquellos que amamos, porque cada pequeño ser tiene su propia necesidad de cariño. Y quien sabe, tal vez también requiera nuestra ayuda en los momentos menos esperados.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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