Pedro y el miedo en Apurimac


En una pequeña comunidad en Apurimac vivía un niño llamado Pedro. Pedro era un niño muy inteligente y curioso, pero tenía un problema: le atemorizaba hablar con la gente. Cada vez que su maestra le pedía que respondiera una pregunta en clase, Pedro sentía un nudo en el estómago y su mente se nublaba.

Un día, la maestra, llamada Doña Marta, notó el miedo de Pedro y decidió hablar con él.

- Pedro, ¿qué te sucede? ¿Por qué te cuesta tanto hablar en clase? -preguntó la maestra con preocupación.

Pedro, con la mirada baja, le contó sobre su miedo y lo frustrante que era para él no poder expresarse. Doña Marta escuchó atentamente y le dijo:

- Pedro, entiendo que sientas miedo, pero debes saber que todos tenemos cosas que nos asustan. Lo importante es enfrentar esos miedos y superarlos.

A partir de ese día, la maestra comenzó a ayudar a Pedro a superar su miedo. Le daba pequeñas tareas para que hablara en clase, lo alentaba a participar en juegos donde debía interactuar con sus compañeros, y le recordaba lo valiente que era cada vez que intentaba vencer su miedo.

Con el tiempo, Pedro comenzó a sentirse un poco más seguro. Aprendió a enfrentar su miedo poco a poco, con la ayuda de su maestra y el apoyo de sus compañeros. Descubrió que, al hablar en público, no solo se sentía más seguro, sino que también disfrutaba compartiendo sus ideas con los demás.

Finalmente, un día, la maestra le pidió a Pedro que leyera en voz alta un cuento frente a toda la clase. Pedro respiró hondo, recordó todo lo que había aprendido y, con valentía, comenzó a leer. Al principio su voz temblaba un poco, pero a medida que avanzaba en la historia, su timidez desapareció y se sintió libre.

Desde ese día, Pedro ya no temía hablar en público. Descubrió que, con esfuerzo y apoyo, podía superar sus miedos. Se convirtió en un niño más seguro, dispuesto a enfrentar nuevos desafíos. Y todo gracias al apoyo y la comprensión de su maestra, Doña Marta.

De esta manera, Pedro aprendió que, aunque los miedos puedan ser grandes, siempre hay una forma de superarlos. Y que, a veces, solo necesitamos un poco de apoyo y valentía para lograrlo.

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