Pedro y el Misterio del Pajarito Dorado



Era una hermosa tarde de verano y Pedro decidió dar un paseo por el parque. Con su gorra de rayas y su camiseta de dinosaurios, avanzaba con una sonrisa en el rostro, disfrutando del canto de los pájaros y el olor fresco de las flores.

Mientras caminaba, Pedro notó algo brillante en el césped. Se acercó curioso y, ¡oh sorpresa! , era un pequeño pajarito dorado que trataba de despegar de la tierra.

"¡Hola, pajarito! ¿Estás bien?" - preguntó Pedro preocupado.

El pajarito lo miró con sus ojos grandes y brillantes y dijo:

"Hola, amigo. Me llamo Brillito. Me torcí el ala mientras intentaba volar y no puedo regresar a mi nido."

Pedro sintió un deseo inmenso de ayudar al pajarito, pero no sabía cómo. Justo en ese momento, escuchó una voz detrás de él. Era su amiga Ana, que venía con su bicicleta.

"¿Qué te pasa, Pedro?" - preguntó Ana al verlos.

"Este pajarito necesita ayuda, no puede volar" - respondió Pedro, señalando al pajarito dorado.

Ana se agachó para mirar mejor a Brillito.

"Tal vez podamos ayudarlo a encontrar su nido. Yo tengo un mapa del parque, ¿quieres mirar juntos?" - propuso.

Pedro y Ana comenzaron a mirar el mapa cuando Brillito, volando con su ala un poco doblada, se acercó.

"Mi nido está en un árbol cerca de la gran fuente, ¡pero no puedo volar tan alto!" - explicó el pajarito.

Pedro pensó por un momento.

"¡Ya sé! Podemos construir un pequeño trono para que puedas subir y luego volar a tu nido." - dijo emocionado.

Ana sonrió y añadió:

"¡Buena idea! Vamos a buscar materiales. Yo tengo cinta adhesiva y unas ramitas que puedo conseguir del arbusto de allá. Tú busca algunas hojas grandes."

Con energía y entusiasmo, los amigos se pusieron manos a la obra. Reunieron hojas, ramitas e incluso una pequeña caja que encontraron cerca de una banca. Los tres trabajaron juntos, formando una pequeña base segura para Brillito.

Una vez que terminaron, le mostraron la construcción.

"¡Listo! Puedes intentarlo ahora" - dijo Ana con una sonrisa de aliento.

Brillito dio vueltas sobre el trono mientras sus ojos se llenaban de alegría.

"¡Gracias, amigos! Ustedes son los mejores. Ahora voy a intentar volar de nuevo." - dijo el pajarito emocionado.

Con un fuerte empujón de sus pequeñas patas, Brillito se lanzó al aire, pero luego de un par de aletazos, perdió altura rápidamente. Pedro y Ana se preocuparon.

"No te rindas, Brillito. ¡Tú puedes!" - gritó Pedro, animándolo.

Brillito respiró hondo y concentrado, se lanzó de nuevo. Cada intento lo hizo con más determinación. Finalmente, en su tercer intento, logró alcanzar la altura del árbol donde estaba su nido.

"¡Lo logré! ¡Estoy en casa! ¡Gracias, amigos!" - chirrió Brillito mientras se acomodaba en su nido.

Pedro y Ana se abrazaron emocionados y saltaron de alegría cuando el pajarito dorado empezó a cantar una melodía maravillosa, llenando el parque de dulces notas.

"Hoy aprendí que con la ayuda de amigos se pueden resolver los problemas. ¡Gracias por tu ayuda, Ana!" - dijo Pedro.

"Y gracias a vos, Pedro, por ser tan amable con Brillito" - respondió Ana.

Desde ese día, Pedro y Ana decidieron que siempre ayudarían a aquellos que lo necesitaran, ya fuera un pequeño pajarito o alguien en su comunidad. A partir de entonces, cada vez que iban al parque, miraban hacia el árbol de Brillito, quien los saludaba con un suave canto que siempre les recordaba el valor de la amistad y la solidaridad.

FIN.

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