Pedro y el Mundo de Bloques
Pedro era un niño que pasaba horas y horas sumergido en el mundo de Minecraft. Su mamá siempre le decía: "Pedro, ¿no querés salir a jugar un rato con los chicos de la calle?" Pero Pedro solo respondía: "No, mamá. Aquí puedo construir lo que quiera". En su mundo virtual, Pedro era un gran constructor; creaba castillos, ciudades y hasta montañas. Sin embargo, en la escuela, sus compañeros no lo incluían en sus juegos. "Pedro, no queremos jugar a Minecraft en el recreo, es aburrido. Preferimos el fútbol!" - le decía un compañero llamado Joaquín. Así, Pedro se sentía solo, pero nunca dejaba de jugar y construir.
Un día, mientras Pedro estaba en su mundo de bloques, se le ocurrió una idea brillante. "¿Y si hago una gran fiesta de Minecraft y los invito a todos?" Se pasó toda la semana construyendo un enorme servidor con diferentes juegos y sorpresas. Cuando llegó el día de la fiesta, Pedro estaba muy emocionado. "¡No puedo esperar a que vengan todos!" pensaba.
Al día siguiente, envió invitaciones a todos sus compañeros de clase. Con gran sorpresa, muchos dijeron que sí. "¡Vamos a ver qué es eso de Minecraft que tanto le gusta a Pedro!" - comentaba Lucía, una de las chicas.
El día de la fiesta, Pedro había preparado su refugio virtual. "Hola a todos, ¡bienvenidos a mi mundo!", dijo cuando sus amigos se conectaron. Les mostró las construcciones que había hecho y, poco a poco, los chicos comenzaron a entusiasmarse. "¡Mirá ese castillo!" - decía Joaquín, asombrado. Todos empezaron a jugar juntos, explorando, construyendo y hasta compitiendo en juegos de aventura.
De repente, un problema apareció. "¡Oh no! Se está acercando un Enderman!" - gritó Manuel. Todos se asustaron, pero Pedro recordó cómo había superado esos momentos en el juego. "No se preocupen, tengo un plan. ¡Defendámonos juntos!" - les dijo.
Sus amigos lo miraron, dudosos. "Pero no sabemos cómo jugar bien..." - respondió Lucía. Pedro sonrió. "No importa, yo les enseñaré. Vamos a trabajar en equipo". Con sus instrucciones, todos se organizaron y lograrons derrotar al Enderman. Cuando terminaron, estaban agotados pero felices. "¡Lo logramos!" - exclamó Joaquín.
La tarde siguió increíble. Se reían, hacían competencias de construcción, y Pedro les mostró algunas trampas divertidas que había creado. "¡Esto es genial!" - le dijo Lucía. Al final del día, todos se despidieron, prometiendo volver. "Gracias, Pedro, fue el mejor rato!" - le dijeron sus amigos.
Al día siguiente en la escuela, algo había cambiado. "Pedro, ¿te gustaría ser nuestro capitán del equipo de Minecraft?" - le preguntó Joaquín. Pedro no lo podía creer. "¡Sí, claro!". Desde entonces, algo increíble pasó: sus compañeros empezaron a invitarlo a jugar no solo en Minecraft, sino también a otros juegos y actividades fuera de la computadora.
Pedro comprendió que a veces, hay que dar el primer paso para que los demás se interesen. "¡Estoy tan feliz de tener amigos con los que jugar!" - les decía a sus padres. Ellos estaban orgullosos de Pedro por haber compartido su pasatiempo y no rendirse.
FIN.