Pedro y la calma interior


Había una vez en una pequeña escuela de un tranquilo pueblo, un niño llamado Pedro. Pedro era conocido por ser un niño muy enojado, siempre estaba molesto y no parecía tener amigos.

Su mal genio era tan fuerte que los demás niños preferían mantenerse alejados de él. Un día, el maestro de la escuela, el Sr. Martín, decidió hablar con Pedro para entender qué le pasaba.

Se acercó a él durante el recreo y le dijo amablemente: "Pedro, he notado que estás siempre enojado.

¿Hay algo que te preocupe o te haga sentir así?"Pedro miró al maestro sorprendido por su interés y respondió con voz temblorosa: "Nadie quiere jugar conmigo porque siempre me enojo mucho. "El Sr. Martín asintió comprensivamente y dijo: "Entiendo cómo te sientes, pero tal vez si aprendemos a controlar tu ira podrías tener más amigos.

"Pedro frunció el ceño y preguntó: "¿Cómo puedo hacer eso? Parece que mi enojo sale sin control. "El maestro sonrió y explicó: "Cuando sientas que la ira se apodera de ti, intenta respirar profundamente antes de reaccionar. También puedes contar hasta diez para darte tiempo para pensar antes de actuar impulsivamente.

"Pedro parecía interesado en las sugerencias del maestro y decidió probarlas. Los días siguientes fueron difíciles para Pedro ya que tenía que luchar contra su ira cada vez que sentía ganas de explotar.

Pero poco a poco fue mejorando gracias a las técnicas enseñadas por el maestro. A medida que Pedro se volvía más tranquilo, los demás niños empezaron a notar el cambio y comenzaron a acercarse a él.

Un día, durante una clase de arte, Pedro estaba dibujando cuando uno de los niños sin querer derramó pintura en su dibujo. Antes, esto hubiera provocado una explosión de ira en Pedro, pero esta vez simplemente suspiró y dijo: "No te preocupes, fue un accidente.

"Los demás chicos quedaron sorprendidos y le sonrieron a Pedro. Uno de ellos dijo: "Estás cambiando, ya no te enojas tanto como antes.

"Pedro sintió una gran alegría al escuchar eso y se dio cuenta de que había encontrado la clave para tener relaciones felices: aprender a controlar su ira. Desde ese día, Pedro se convirtió en un niño amable y comprensivo. Los demás chicos lo aceptaron como amigo y juntos disfrutaban del recreo jugando al fútbol o compartiendo historias divertidas. El Sr.

Martín estaba muy orgulloso de Pedro por haber logrado cambiar su actitud negativa. Le recordaba constantemente lo valiente que había sido al enfrentar su problema y cómo eso le había permitido tener relaciones más felices con sus compañeros.

Y así, gracias a la escucha atenta del maestro y la reflexión del comportamiento de Pedro, todos aprendieron una valiosa lección sobre el poder del autocontrol emocional y cómo puede mejorar las relaciones con los demás.

Dirección del Cuentito copiada!