Pedro y su sueño de las estrellas
Era una mañana soleada en un pequeño pueblo altoandino del Perú. Pedro, un niño de mediana estatura, pecoso y de ojos grandes de color canela, se despertó con una sonrisa. Era un día especial: había decidido empezar a concretar su sueño de ser astronauta. Con su hoppa (mochila) a cuestas, salió corriendo hacia la escuela.
En el camino, Pedro saludó a su amiga Clara, quien siempre lo apoyaba en sus locuras.
"¡Hola Pedro! ¿Hacia dónde vas tan apurado?" - le preguntó Clara con curiosidad.
"¡Voy a ir a la biblioteca! Quiero leer más sobre el espacio y los astronautas" - respondió Pedro, entusiasmado.
Una vez en la biblioteca, Pedro se sumergió en libros sobre el universo, los planetas y las estrellas. Cada vez que leía, su deseo de ser astronauta crecía más. Sabía que debía ayudar a su familia, que vivía en una casa humilde, y que su madre trabajaba duro para mantener a sus tres hermanos.
De vuelta en casa, encontró a su madre en la cocina preparando la cena.
"Mamá, quiero ser astronauta y llevar a nuestros hermanos a conocer el espacio un día" - le dijo Pedro, con una chispa de emoción en los ojos.
"Eso suena hermoso, hijo. Pero recuerda que debes estudiar mucho y trabajar en lo que amas" - le respondió su madre con una sonrisa, aunque una sombra de preocupación pasó por su rostro.
Pedro sabía que sería difícil. El dinero escaseaba y había muchas responsabilidades. Pero decidió que no se rendiría. Comenzó a ahorrar lo poco que le daban para comprar libros y materiales sobre astronomía.
Un día, mientras exploraba un libro de estrellas, escuchó a sus amigos hablando sobre un concurso que se realizaría en la ciudad más cercana, donde los niños debían presentar un proyecto sobre el espacio.
"¡Eso es!" - exclamó Pedro con emoción. "Si gano, podré obtener una beca para estudiar en la capital y ayudar a mi familia".
Pedro trabajó incansablemente en su proyecto sobre los planetas. Con ayuda de Clara, construyó un modelo del sistema solar con materiales reciclados. Pasaron horas recortando, pegando y pintando. Sin embargo, cuando tenía todo listo, una tormenta se desató y su modelo se destruyó.
"No puede ser... todo el esfuerzo tirado a la basura" - dijo Pedro, derrumbándose.
"No te rindas, Pedro. Podemos volver a hacerlo. Así podrías ganar y cambiar las cosas en casa" - animó Clara, firmemente.
Con renovado entusiasmo, Pedro y Clara se pusieron a trabajar de nuevo. Esta vez, no solo reconstruyeron el modelo, sino que también hicieron una presentación impactante.
El día del concurso, Pedro se sentía nervioso. Al llegar, vio a muchos otros niños con proyectos increíbles. Pero recordando a su madre y a sus hermanos, tomó aire y se subió al escenario.
"Hola, soy Pedro y hoy les voy a hablar sobre el sistema solar. Quiero ser astronauta y, algún día, llevar a mi familia a las estrellas" - comenzó.
Su voz temblaba un poco, pero su pasión era evidente. La audiencia lo escuchó atentamente, y cuando terminó, recibió un estruendoso aplauso.
"¡Bravo, Pedro!" - aplaudió Clara desde el público con orgullo.
Finalmente, el jurado anunció al ganador. Cuando mencionaron su nombre, Pedro no podía creerlo. Corrió al escenario con lágrimas de felicidad.
"¡Lo logramos!" - gritó, abrazando a Clara.
Gracias a su esfuerzo, pudo obtener una beca para estudiar en la capital. A partir de ese momento, Pedro se comprometió a trabajar aún más.
"Prometo que cuando sea astronauta, llevaré a cada uno de ustedes al espacio" - les dijo a sus hermanos y amigos.
Con el tiempo, Pedro nunca olvidó de dónde venía y siguió siendo el soporte económico de su familia. Inspiró a otros niños en su pueblo, mostrando que los sueños, por grandes que sean, se pueden alcanzar con esfuerzo y dedicación. Así, con sus pies en la tierra y la mente en las estrellas, Pedro comenzó la aventura de su vida, aprendiendo que cada paso cuenta y que los sueños son una guía, no un destino.
Y así, en lo alto de las montañas peruanas, Pedro continuó soñando, estudiando y trabajando, un pequeño astronauta en camino a conquistar el cielo.
FIN.