Pedro y sus amigos del bosque


Pedro era un niño muy curioso y aventurero. Un día, decidió salir al bosque en busca de mariposas para su colección.

Mientras perseguía a una mariposa colorida, se adentró cada vez más en el espeso bosque, sin darse cuenta de que se había alejado mucho de su casa. El sol comenzaba a ponerse y los ruidos del bosque empezaban a asustar a Pedro. Se dio cuenta de que estaba perdido y no sabía cómo regresar.

Comenzó a sentir miedo y lágrimas rodaron por sus mejillas. Fue entonces cuando escuchó unos pasitos detrás suyo. Era un conejito pequeño que se acercaba con curiosidad. "¿Estás perdido, amiguito?" preguntó el conejito con ternura.

- Sí, estoy perdido y tengo miedo -respondió Pedro entre sollozos. El conejito le sonrió dulcemente y le ofreció ayuda. "No te preocupes, te ayudaré a encontrar el camino de regreso a casa.

" Y así, juntos emprendieron la búsqueda del camino de vuelta. Caminaron un rato hasta que se toparon con una familia de ardillas juguetonas. Al ver a Pedro triste, las ardillas decidieron unirse al grupo para ayudarlo.

- ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué ese rostro tan triste? -preguntó la mamá ardilla con voz amable. Pedro les contó lo que había pasado y las ardillas no dudaron en ofrecer su ayuda también.

Con su agilidad y conocimiento del bosque, las ardillas guiaron al grupo por senderos desconocidos para Pedro pero familiares para ellas. Mientras avanzaban, se encontraron con un búho sabio posado en una rama alta. El búho los observaba con atención y finalmente habló: "Ve ve ve...

¿A dónde va este grupo tan variopinto?"Pedro explicó nuevamente su situación y el búho asintió con calma. "Yo conozco tu hogar, pequeño Pedro. Te guiaré hasta allí".

Con sus grandes alas extendidas, el búho lideraba ahora la expedición hacia la seguridad del hogar de Pedro. Después de atravesar arroyos y subir colinas empinadas, finalmente llegaron al borde del bosque donde la casita de Pedro brillaba bajo la luz dorada del atardecer.

El corazón de Pedro se llenó de alegría al ver su hogar nuevamente. - ¡Gracias a todos por ayudarme! Nunca olvidaré lo bondadosos que fueron ustedes -dijo Pedro emocionado mientras abrazaba uno por uno a sus nuevos amigos animales.

Con risas y despedidas cariñosas, los animalitos vieron partir a Pedro hacia su casa donde lo esperaban ansiosos sus padres preocupados. Desde ese día, Pedro aprendió dos lecciones importantes: nunca aventurarse solo demasiado lejos sin avisar; pero también descubrió que siempre hay amigos dispuestos a brindarte ayuda cuando más lo necesitas.

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