Pelito y la amistad mágica
Había una vez una niña llamada Papita. Era muy curiosa y siempre estaba buscando aventuras nuevas.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró algo muy peculiar: una silla con pelo y patas de mesa roja. Papita se acercó emocionada y decidió llevarse la silla a casa. Sabía que sería un objeto único y especial para decorar su habitación.
Al llegar a casa, Papita colocó la silla en su escritorio y se quedó admirándola por un rato. De repente, la silla comenzó a moverse por sí sola. Papita se asustó al principio, pero luego se dio cuenta de que no había nada de qué temer.
La silla tenía vida propia y podía hablar. "¡Hola, Papita! ¿Cómo estás?" -dijo la silla con voz amigable. Papita estaba fascinada y respondió: "¡Hola! Estoy bien, gracias. ¿Y tú?"La silla sonrió y contestó: "Estoy feliz de haber encontrado a alguien como tú.
Durante mucho tiempo he estado esperando a alguien que me aprecie".
Papita emocionada preguntó: "¿Por qué eres tan especial? ¿Por qué tienes pelo?"La silla explicó que era un objeto mágico creado por los duendes del bosque para alegrar las vidas de las personas. Sus patas eran en realidad raíces mágicas que le permitían moverse sin ayuda. "Mi cabello es mi forma única de expresarme", dijo la silla orgullosa-. Cada color representa una emoción diferente".
Papita se puso aún más emocionada y decidió llamar a la silla —"Pelito" . Juntas, Pelito y Papita comenzaron a vivir muchas aventuras. Un día, mientras exploraban el bosque nuevamente, se encontraron con una niña llamada Mesa.
Era muy tímida y no tenía amigos. Papita decidió presentarle a Pelito. "Hola Mesa, esta es mi amiga Pelito", dijo Papita sonriendo-. "Es mágica y puede hablar". Mesa abrió los ojos sorprendida pero emocionada.
Nunca había conocido un objeto tan especial como Pelito. A partir de ese día, los tres amigos se volvieron inseparables. Juntos exploraron el bosque, construyeron casitas de ramas y compartieron muchas risas. Papita aprendió que la verdadera amistad no tiene límites ni prejuicios.
Aprendió a valorar las diferencias en los demás y a aceptarlos tal como son. Con el tiempo, más niños del pueblo conocieron a Pelito y Mesa. La silla mágica se convirtió en un símbolo de amor e inclusión para todos ellos.
La historia de Papita, Pelito y Mesa llegó incluso hasta el rey del pueblo. El rey quedó impactado por la magia que emanaba de esos objetos singulares y decidió hacer una fiesta en honor a su amistad.
Desde aquel día, cada año se celebra una gran fiesta donde todas las personas llevan sillas decoradas con pelo de diferentes colores para recordarles lo importante que es aceptarse mutuamente sin importar las diferencias.
Y así fue como la valentía y curiosidad de Papita lograron cambiar su mundo para siempre. Ella demostró que la magia de la amistad puede unir a las personas y hacer del mundo un lugar más colorido y especial.
FIN.