Peluches en la noche


Alma se despertó en medio de la noche y se dio cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Miró a su alrededor y vio que sus peluches habían cobrado vida y estaban moviéndose por la habitación.

- ¡Qué está pasando! - exclamó Alma sorprendida. - No te asustes, Alma - dijo Osito, el peluche más grande y sabio -. Estamos aquí para ayudarte. Alma miró a los ojos de Osito y sintió una sensación reconfortante.

Sabía que podía confiar en él. - ¿Pero qué está sucediendo? - preguntó Alma curiosa. - Tu habitación ha sido invadida por las pesadillas - explicó Conejito, un peluche blanco y esponjoso -. Y nosotros estamos aquí para protegerte.

Alma recordó que había tenido una pesadilla esa noche antes de dormirse. Pero no pensó que pudiera ser real. - ¿Cómo podemos detenerlas? - preguntó Alma preocupada.

- Debemos encontrar la fuente de las pesadillas e impedir que sigan llegando a tu mente - respondió León, el peluche más valiente del grupo. Así comenzaron una aventura increíble por toda la habitación.

Saltaron sobre montañas de ropa sucia, treparon muebles altos, saltaron entre juguetes olvidados hasta llegar al armario donde encontraron una puerta secreta detrás del perchero. - ¡Miren esto! - gritó Alma emocionada mientras señalaba la puerta secreta -. Nunca lo había visto antes.

Osito examinó cuidadosamente la cerradura y después de unos minutos encontró la manera de abrirla. En el interior, encontraron una habitación oscura llena de sombras y pesadillas. - ¡Es aquí donde vienen las pesadillas! - dijo Conejito con miedo.

León se adelantó valientemente y comenzó a luchar contra las sombras con su espada imaginaria. Alma se sintió animada al ver la valentía del León y decidió ayudarlo.

Juntos, lograron vencer a todas las criaturas que les impedían avanzar hasta encontrar la fuente de los sueños malos: un libro terrorífico que estaba abierto en una página con monstruos horrorosos. - Debemos cerrar ese libro para detener las pesadillas - dijo Osito sabiamente. Alma tomó valor y cerró el libro, lo puso en un estante donde no pudiera ser encontrado por nadie más.

Inmediatamente después, todas las sombras desaparecieron y la habitación volvió a estar iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana. - Lo hicimos - exclamó Alma emocionada -.

Gracias chicos, nunca podré olvidar esta aventura. Desde esa noche en adelante, Alma nunca tuvo otra pesadilla. Y cada vez que se sentía asustada antes de dormir recordaba esa gran aventura junto a sus amigos peluches quienes siempre estarían allí para protegerla del mal.

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