Pelusa y el pez envenenado


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Miau, un gato travieso y curioso llamado Pelusa.

Pelusa era conocido por ser el más glotón de todos los gatos del vecindario, siempre buscando alguna travesura que lo llevara a meterse en problemas. Un día, Pelusa decidió ir de caza al río cercano, donde vio un delicioso pez nadando tranquilamente. Sin pensarlo dos veces, se lanzó al agua y atrapó al pez con sus ágiles patas.

Lo devoró rápidamente sin darse cuenta de que algo andaba mal con ese pez en particular. Al poco tiempo, Pelusa comenzó a sentirse mal.

Tenía fiebre y escalofríos, su pelaje ya no brillaba como antes y apenas tenía energías para jugar o corretear por los techos del pueblo. Su dueño, Don Tomás, notó la tristeza de Pelusa y lo llevó rápidamente al veterinario. "¿Qué le pasa a mi querido Pelusa?", preguntó preocupado Don Tomás.

"Creo que ha comido algún pescado en mal estado y ahora está enfermo", respondió el veterinario mientras revisaba a Pelusa. El veterinario trató a Pelusa con medicamentos y cuidados especiales, pero lamentablemente su salud empeoraba cada día más.

Don Tomás no sabía qué hacer para ayudar a su amado gato. Pasaban las noches en vela cuidando de él y rogando por su pronta mejoría. Una mañana soleada, Pelusa falleció en brazos de Don Tomás.

El corazón del hombre se llenó de tristeza al despedirse de su fiel compañero animal. Decidió darle un funeral especial para honrar su memoria.

En Villa Miau se corrió la voz sobre la partida de Pelusa y todos los gatos del pueblo decidieron rendirle homenaje con un emotivo funeral. Se reunieron alrededor de una tumba improvisada donde descansaría el cuerpo de Pelusa para siempre. Cada gato compartió anécdotas divertidas sobre las travesuras de Pelusa y cómo había alegrado sus días con su cariño incondicional.

A pesar del dolor por la pérdida, el funeral se convirtió en un momento hermoso lleno de amor y gratitud hacia aquel amigo que ya no estaba físicamente junto a ellos.

Desde ese día, los gatos aprendieron la importancia de cuidar lo que comían y valorar cada momento junto a quienes amaban. La historia de Pelusa perduraría en sus corazones como un recordatorio eterno del poder del amor y la amistad verdadera.

Y así concluyó la historia de Pelusa, el gato glotón que enseñó grandes lecciones incluso después de partir hacia el puente arcoíris donde todos los felinos juguetones encuentran paz eterna.

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