Peluza y la lección de convivencia



Había una vez, en un hermoso campo rodeado de árboles y flores, un gato muy adorable llamado Peluza. Peluza vivía junto a su dueña, una niña llamada Sofía. Juntos, disfrutaban de largas tardes jugando y explorando la naturaleza.

Un día soleado, mientras caminaban por el campo, Sofía y Peluza encontraron un río cristalino lleno de peces nadando alegremente. Los ojos de Peluza brillaron al ver tantos peces deliciosos en el agua.

Sin pensarlo dos veces, saltó al río intentando atrapar uno. - ¡Peluza! ¡No puedes comer los peces del río! -exclamó Sofía preocupada-. Es importante respetar la vida de todos los seres vivos. Peluza salió del agua con una mirada triste en su rostro animal.

No entendía por qué no podía comer esos sabrosos pescados que parecían tan apetitosos. Sofía se sentó junto a él y comenzó a explicarle:- Querido Peluza, los peces son amigos importantes para nuestro ecosistema.

Ellos ayudan a mantener limpio el agua del río y alimentan a otros animales como las aves. Si todos los gatos comiéramos los peces del río, pronto desaparecerían y eso sería muy triste.

Peluza asintió con la cabeza mientras escuchaba atentamente las palabras de Sofía. Comprendió que debemos cuidar y respetar a todos los seres vivos que nos rodean. A partir de ese día, Peluza y Sofía decidieron visitar el río todos los días.

Sentados en la orilla, observaban a los peces nadar libremente y disfrutaban de su compañía sin hacerles daño. Un buen día, mientras paseaban por el campo, se encontraron con un granjero llamado Don Antonio.

Don Antonio tenía un problema: unos ratones estaban comiéndose su cosecha y necesitaba ayuda para atraparlos. - ¿Podrías ayudarnos a atrapar a esos traviesos ratones, Peluza? -preguntó Don Antonio esperanzado-. Tú eres muy hábil cazando. Peluza miró a Sofía y luego a Don Antonio.

Sabía que si ayudaba al granjero no estaría respetando la vida de los ratones. Entonces, tuvo una brillante idea. - ¡Don Antonio! -exclamó Peluza-, tengo una mejor solución. Podemos construir casas especiales para los ratones lejos de tus cultivos.

Así ellos tendrán un lugar donde vivir sin molestar tu cosecha. Don Antonio quedó sorprendido por la inteligencia de Peluza y aceptó su propuesta. Juntos construyeron pequeñas casitas cerca del campo pero alejadas de las plantaciones del granjero.

Desde ese día, los ratones vivieron felices en sus nuevas casitas y dejaron de comerse la cosecha del granjero. Peluza aprendió que no siempre es necesario lastimar o cazar a otros animales para resolver problemas.

Existen maneras pacíficas y amigables de convivir con todas las criaturas en armonía. Y así fue como Peluza se convirtió en un héroe del campo, respetando y cuidando a todos los seres vivos que lo rodeaban.

Él y Sofía continuaron disfrutando de sus aventuras juntos, aprendiendo siempre lecciones valiosas sobre el respeto y la amistad.

FIN.

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