Pepa y el Baile Volador



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, una rana llamada Pepa. Pepa era una rana muy especial porque tenía un sueño: quería volar. Los demás animales la querían mucho, pero no podían entender por qué quería volar si ya podía saltar. Pepa había escuchado historias sobre un baile mágico que se llevaba a cabo en lo alto de una colina donde los animales danzaban en el aire y, al hacerlo, se llenaban de alegría.

Un día, mientras saltaba alegremente por la pista de baile del pueblo, un loro llamado Tito se acercó a ella.

- “¿Qué te pasa, Pepa? Te veo muy pensativa.”

- “Ay, Tito, deseo aprender a volar y bailar en el aire, como en las historias que escuché.”

- “Pero Pepa, no tenés alas. ¿Cómo pensás volar? ”

- “No lo sé, pero tengo que intentarlo. Quizás haya alguna manera.”

Tito sonrió y le dijo:

- “Si querés te puedo ayudar. Hay un viejo búho en el bosque que sabe de magia. Quizás él pueda darte algún consejo.”

Pepa se sintió emocionada y, con la ayuda de Tito, partieron hacia el bosque. Después de un rato, encontraron al búho, que era anciano y sabio. Pepa le explicó su sueño de volar.

- “Querida Pepa, no te preocupes. Hay un antiguo ritual para volar, pero hay que bailar con mucho corazón y fe. Solo así podrás levantar el vuelo”.

- “¿Y cómo se hace, señor Búho? ”

- “Debes practicar el baile y llenarlo de alegría. Aquí tengo una pluma mágica que te llevará a la pista de baile donde se realiza el ritual.” El búho le entregó la pluma y con sus instrucciones, Pepa y Tito regresaron al pueblo.

Pepa comenzó a practicar, pero cada vez que saltaba, se caía. Se sentía triste y comenzó a perder la esperanza.

- “Quizás no esté hecha para volar”, se lamentó.

- “No te rindas, Pepa. Todos los grandes bailarines han caído alguna vez. Intentémoslo de nuevo juntos”.

Juntos empezaron a bailar y a cantar. De repente, la pluma mágica brilló. Pepa sintió una energía que la llenó y se dispuso a continuar practicando. Un día, durante uno de sus ensayos, el cielo se oscureció y una tormenta comenzó a formarse. Los animales, asustados, se refugiaron bajo los árboles. Pepa, preocupada por sus amigos, decidió que debía hacer algo.

- “¡No puede ser! Debo ayudar a los otros. ¡No dejaré que esta tormenta nos detenga! ”

Con valentía, Pepa comenzó a bailar en la pista de baile. A medida que danzaba, la pluma comenzó a girar a su alrededor, creando una atmósfera mágica. Los demás animales, al verla bailar, se unieron a ella.

- “¡Vamos, Pepa! ¡Bailá más fuerte! ”

Con cada paso, más y más animales se unieron a la danza, y la tormenta empezó a disiparse. El viento giró y se convirtió en una brisa suave. De pronto, Pepa sintió como si flotara. Saltó, giró, bailó y, por primera vez, ¡se elevó del suelo! Todos la miraron maravillados.

- “¡Miren! ¡Pepa está volando! ”

- “¡Es un milagro! ”

Pepa danzó felizmente en el aire, sintiendo la alegría del momento. La música resonaba en su corazón y se dio cuenta de que el verdadero poder no estaba solo en volar, sino en hacer lo que amaba y compartirlo con sus amigos.

Cuando finalmente aterrizó, todos la abrazaron, y su corazón estaba lleno de gratitud.

- “Pepa, no solo volaste, también nos ayudaste a todos a sentirnos felices,” dijo Tito.

- “Gracias, amigos. Aprendí que con fe y amistad, no hay límites a lo que podemos lograr. ¡Y lo más importante es bailar con el corazón! ”

Y así, desde entonces, Pepa siguió volando y bailando en la colina mágica, y enseñó a todos en Arcoiris a nunca dejar de perseguir sus sueños, por más difíciles que parezcan. Y siempre que hubo problemas, Pepa estaba allí, lista para bailar y hacer volar la alegría en el corazón de sus amigos.

Fin.

FIN.

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