Pepe, el sapito músico
En un tranquilo pondal del bosque, vivía un sapito llamado Pepe. Pepe era muy especial, no solo porque era un sapo verde brillante, sino porque tenía un don extraordinario: ¡cantaba como un verdadero artista! Todos los días, al caer el sol, Pepe agarraba su pequeña guitarra y empezaba a cantar. Sus melodías alegraban el corazón de todos los animales del bosque.
"- ¡Qué lindo canta Pepe!" - decía Lila, la luciérnaga, mientras iluminaba el aire oscuro.
"- ¡Sí, es hermoso!" - respondía Toto, el conejo, dando saltitos de felicidad.
Las ardillas, los pájaros y hasta los peces del pondal se reunían para disfrutar de sus canciones. A Pepe le encantaba hacer felices a sus amigos.
Sin embargo, un tiempo después, Pepe no se dio cuenta de que su música, aunque hermosa, ya no era tan novedosa. Todos los días a la misma hora, empezaba su recital, y poco a poco, los animales comenzaron a sentirse abrumados. La melodía que en un principio les hacía bailar y reír, empezó a sonar repetitiva.
"- Pepe, che..." - dijo una mañana Momo, el patito. "- Me gusta mucho tu canto, pero creo que ya lo escuchamos un montón. A veces nos gustaría que cantes algo diferente."
"- ¡Pero a mí me gusta tanto cantar!" - respondió Pepe, un poco triste por la idea de no ser escuchado.
A pesar de su desánimo, Pepe decidió hacer un cambio. Se sentó junto al agua del pondal, observó a sus amigos y pensó: "Quizás puedo inventar algo nuevo. ¿Qué pasaría si invento mis propias canciones?".
Así que comenzó a experimentar. En lugar de cantar siempre la misma melodía, empezó a componer canciones sobre las aventuras que vivía con sus amigos: sobre Lila, la luciérnaga que iluminaba las noches, sobre Toto, el conejo que corría veloz por el campo, e incluso sobre Momo, el patito que adoraba hacer chapoteo.
Cuando llegó la tarde del siguiente día, y mientras el sol comenzaba a ocultarse, Pepe reunió a todos. "- ¡Amigos, tengo algo nuevo para ustedes!" - anunció emocionado. Los animales del bosque se acercaron curiosos. Pepe empezó a cantar.
"- Había una vez un sapito,
que con su guitarra cantaba,
y aunque eran lindas sus notas,
a veces la música cansaba...".
Los animales se miraron entre sí, sorprendidos. Pepe siguió cantando, ahora con frescura, humor y melodías distintas. Cada canción era una nueva historia, y eso los atrapó.
"- ¡Excelente, Pepe!" - coreó Lila iluminando con más fuerza.
"- ¡No sabía que podías contar tantas historias!" - exclamó Toto, dando saltos emocionados.
Con cada nueva canción, los amigos de Pepe olvidaron el cansancio de las melodías anteriores y se sumieron en la alegría. Pepe se dio cuenta de que su música podía adaptarse, y que, a veces, era bueno ponerle más creatividad a lo que hacía.
Desde aquel día, Pepe siguió cantando, pero siempre se aseguró de inventar nuevas historias y melodías. Descubrió que su arte no solo alegraba a sus amigos, sino que también les enseñaba sobre la amistad, la creatividad y la importancia de diversificar.
Así, el sapito cantante no solo se volvió más querido, sino que también se convirtió en el compositor del bosque, llenando cada rincón con la magia de sus historias y su música reinventada. Por eso, siempre que escuches un canto en el bosque, recuerda que hasta un sapito puede aprender y hacer magia con su voz y su guitarra.
FIN.