Pepe y el Monstruo Asustado



Érase una vez, en la antigua escuela primaria N° 88, un fantasma llamado Pepe. Pepe no era un fantasma cualquiera, sino uno que disfrutaba asustar a los nenes que se animaban a correr por los pasillos. '

- ¡Boo! - gritaba Pepe con un eco que resonaba entre las paredes antiguas. Los chicos, al escucharlo, reían y salían corriendo.

Pero un día, mientras Pepe flotaba por el patio, se encontró con algo inesperado. Justo allí, detrás del árbol más grande del patio, había un enorme monstruo. Este monstruo tenía ojos grandes y un pelaje esponjoso, pero su expresión era de miedo.

- ¡Ahhh! - gritó Pepe, asustado. - ¡Nunca había visto a un monstruo!

- ¡No me asustes, por favor! - respondió el monstruo temblando. - Yo solo quería descansar un rato, pero cada vez que intentaba dormir, los nenes de la escuela me encuentran y me gritan.

Pepe, sorprendido, se dio cuenta de que el monstruo no quería asustar a nadie, sino que tenía miedo, ¡igual que él!

- Pero, ¿por qué asustas a los chicos? - preguntó Pepe, curioso.

- No lo hago a propósito - contestó el monstruo. - Yo solo estoy tratando de ser amigable, pero ellos me ven y gritan antes de que pueda explicarles.

Pepe pensó durante un momento. ¿Y si en vez de asustar a los nenes, se unía al monstruo para ser su amigo?

- Escuchame, ¿y si hacemos algo juntos? - propuso Pepe emocionado. - En lugar de asustar, podríamos divertirnos. Tal vez, si les mostramos nuestro verdadero yo a los chicos, ellos dejen de tener miedo.

El monstruo sonrió tímidamente.

- Me parece una gran idea. Pero, ¿cómo lo vamos a hacer?

- Tengo un plan - dijo Pepe decidido. - La próxima vez que los nenes vengan al patio, les vamos a mostrar que somos amistosos y que nos gustaría jugar con ellos.

Así fue como, en un soleado día, Pepe y el monstruo se prepararon para hacer su gran presentación. Hicieron carteles coloridos que decían: "¡Los monstruos también son amigos!" y se escondieron detrás de un árbol esperando a que los nenes llegaran.

Cuando los chicos aparecieron, Pepe y el monstruo salieron de su escondite.

- ¡Sorpresa! - gritaron juntos.

Los nenes se detuvieron, mirando con asombro a Pepe y al monstruo.

- No tengan miedo, somos amigos y solo queremos jugar - dijo Pepe, intentando mostrar su mejor sonrisa.

Los nenes se miraron entre sí, un poco dudosos, pero la curiosidad pronto se apoderó de ellos.

- ¿Pueden jugar a la pelota con nosotros? - preguntó una nena de trenzas.

- ¡Claro! - respondió el monstruo emocionado y, un instante después, todos empezaron a correr, jugar y reír juntos.

Desde ese día, la escuela primaria N° 88 no solo tuvo un fantasma juguetón, sino también un monstruo amante de los juegos. Pepe y su nuevo amigo demostraron que no importa cómo se vea alguien, siempre hay algo bueno dentro. Y así, los asechadores de sustos se convirtieron en los mejores amigos de todos, enseñando a todos a no tener miedo de lo desconocido.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

- ¿Así que ahora somos amigos? - preguntó el monstruo sonriendo en el cierre de la historia.

- Por supuesto - dijo Pepe. - Nunca más volveremos a asustar, solo a hacer reír y jugar.

Y así, entendieron que compartir y abrirse a la amistad es mejor que vivir en el miedo.

FIN.

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