Pepe y el Mundo de las Estrellas



Era un día soleado en la escuela del barrio, y todos los niños estaban emocionados por el próximo show de talentos. Pepe, un niño con necesidades educativas especiales, miraba a sus compañeros practicar en el patio y sentía que el mundo era tan grande y maravilloso, pero a la vez un poco intimidante.

"¿Qué vas a hacer en el show de talentos, Pepe?" le preguntó su amiga Ana, mientras hacía malabares con tres pelotas.

"Yo... no sé, Ana. Tal vez sólo mire y aplauda. No soy bueno en nada", respondió Pepe con un suspiro.

La profesora Laura, que siempre estaba atenta a todos sus alumnos, se acercó a ellos.

"¿Por qué no piensas en algo que te guste? Esa es la clave para brillar en el escenario", sugirió la profesora con una sonrisa.

Pepe pensó en su pasión por las estrellas. Desde pequeño se pasaba horas mirando el cielo, observando cómo brillaban cada noche.

"Me gustan mucho las estrellas. Pero, no sé si eso cuenta como talento", murmuro.

"¡Por supuesto que cuenta!" exclamó Laura. "Podrías hacer una presentación sobre constelaciones. ¿Te gustaría?"

El rostro de Pepe se iluminó, pero la inseguridad volvió a invadirlo.

"¿Y si a nadie le gusta? ¿Y si no me entienden?"

"El miedo es normal, Pepe. Pero recuerda, lo importante es hacer algo que te apasione. Siempre habrá alguien a quien le guste tu presentación. Así que, ¿qué dices?"

Con un poco más de impulso, Pepe decidió aceptar el desafío. Durante toda la semana, trabajó en su presentación. Hizo carteles de las constelaciones, preparó una pequeña charla, y hasta organizó un juego para que sus compañeros pudieran aprender sobre las estrellas junto a él.

El día de la presentación llegó. La emoción le revoloteaba en la panza. Cuando atendieron a todos los talentos, él sintió que su corazón latía más fuerte.

Finalmente, llegó su turno. Con los carteles en la mano, subió al escenario y miró a su audiencia.

"¡Hola a todos! Hoy les voy a hablar sobre las constelaciones y cómo navegar en el cielo. Empecé a mirar las estrellas con mi abuelo, y me enseñó que cada una cuenta una historia..."

La gente lo escuchaba atenta, y a pesar de su nerviosismo, su pasión por el cielo lo guiaba. Cuando terminó su presentación, todos aplaudieron con entusiasmo.

"¡Bravo, Pepe! ¡Sos un genio!" gritó Ana mientras se levantaba. Todos los compañeros se unieron y Pepe sintió que flotaba en el aire.

La profesora Laura se acercó y le dio un abrazo

"Te lo dije, Pepe. Hiciste algo increíble, y expresaste lo que amas. Eso ya es un gran talento. Estoy muy orgullosa de ti."

Después de esa experiencia, Pepe se sintió más valorado y seguro. Empezó a compartir su amor por las estrellas con sus compañeros y juntos organizaron noches de observación. No sólo había aprendido algo sobre él mismo, sino que también había mostrado a otros que tener pasión y compartirla puede ser muy inspirador.

Con el tiempo, Pepe se convirtió en un querido guía de observación de estrellas, donde todos se reunían para disfrutar del cielo nocturno que tanto amaba. Y así, lo que al principio le parecía una desventaja, se convirtió en su superpoder.

Y así, el pequeño niño que tenía dudas de brillar, se transformó en un verdadero astrónomo para sus amigos, recordándoles siempre que cada uno tiene un talento especial, esperando solo a ser descubierto.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!