Pepe y su Árbol de Navidad



Era una tarde soleada en la ciudad de Buenos Aires cuando Pepe, un niño de ocho años lleno de energía y curiosidad, comenzó a prepararse para la llegada de la Navidad. Como cada año, su familia tenía una tradición: decoraban juntos un hermoso árbol de Navidad en el living de su casa. Pero este año, Pepe quería que su árbol fuera especial y diferente a todos los anteriores.

Con una sonrisa radiante, Pepe corrió hacia el jardín. Allí estaba su árbol de Navidad, el mismo que usaban todos los años: un abeto frondoso que su papá había plantado cuando él era muy pequeño. Sin embargo, Pepe decidió que este año algo debía cambiar. Así que planeó hablar con su árbol.

"¡Hola, árbol!" - exclamó Pepe mirando hacia arriba, donde la copa del árbol se mecían suavemente con el viento.

"¿Te gustaría ser diferente este año?" - preguntó entusiasmado.

El árbol, aunque no podía responder con palabras, osciló sus ramas como si dijera que estaba de acuerdo. Pepe, decidido, buscó materiales en su casa. Recogió cartones, tijeras, pinturas y un montón de cosas que encontró en el garaje de su abuelo. No quería solo decorarlo como siempre, quería darle un nuevo brillo.

Pasaron los días mientras Pepe se dedicaba a hacer decoraciones especiales. Recortó estrellas de cartón, las pintó de colores vibrantes y hasta hizo pequeñas bolitas de papel. La idea era que cada decoración tenía un significado especial para él: la estrella representaba sus sueños, las bolitas recordaban a sus amigos y los colores simbolizaban la alegría.

Finalmente, llegó el momento de adornar el árbol. Pepe comenzó a colocar una por una cada pieza que había creado. Pero a medida que iba subiendo en la escalera para llegar a la parte más alta, se dio cuenta de que necesitaba un adorno especial: ¡una estrella brillante que pudiera superar a las demás!"Necesito una estrella que brille por siempre" - dijo Pepe pensando en voz alta.

Y así, salió corriendo hacia su amigo Lucas, un niño de su escuela que siempre tenía ideas creativas. Juntos, decidieron hacer una estrella con muchas luces. Pero justo cuando estaban a punto de empezar, comenzaron a escuchar un ruido extraño en el patio.

"¿Escuchaste eso?" - preguntó Lucas con un tono de curiosidad.

"Sí, ¿qué será?" - respondió Pepe, intrigado.

Ambos chicos se dirigieron hacia el patio y encontraron a varios pájaros revoloteando a su alrededor, curiosos por lo que hacían.

"¡Mirá, son los pájaros de la vecina!" - gritó Lucas mientras señalaba hacia ellos.

"Parece que les gusta nuestro árbol" - dijo Pepe, sonriendo.

Entonces, les surgió una nueva idea: ¿y si hacían un ornamento en forma de pájaro para recordar a esos pequeños visitantes? Ambos eligieron papeles de colores y comenzaron a crear juntos estrategias para hacer el adorno. Se divertían al ver cómo sus pájaros de papel cobraban vida con cada trozo de cartón.

La noche de la cena de Navidad llegó y el árbol ya estaba decorado de una manera única y especial. Aunque aún le faltaba la estrella brillante en la cima, Pepe estaba más feliz que nunca porque el árbol reflejaba su creatividad y esfuerzo.

"Mira, árbol, ¡te ves genial!" - dijo Pepe admirando su obra.

A la vuelta de la esquina, su mamá los llamó para la cena, pero antes de entrar a la casa, Pepe y Lucas decidieron hacer una pequeña pausa.

"Bueno, todavía necesitamos algo más para el árbol" - dijo Pepe.

"No hay problema, ¡podemos hacer la estrella de luces! ” - contestó Lucas emocionado.

Y con una vigilia de creatividad y trabajo en equipo, Pepe y Lucas colocaron un pequeño foco en el centro de la estrella hecha a mano. Cuando la apagaron y luego la encendieron, ¡brilló más que cualquier otra cosa en el árbol!"¡Lo logramos!" - gritó Pepe con alegría.

El árbol, lleno de luces, papeles de colores y ornamentos de pájaros, iluminó el living casi tanto como el rostro de Pepe. Esta Navidad no solo celebraban el árbol, sino también la amistad y la creatividad que habían compartido.

Y así, el árbol de Navidad de Pepe se convirtió en símbolo no solo de la alegría de la festividad, sino también de que cuando unimos nuestras fuerzas y habilidades, podemos hacer cosas realmente especiales. Desde esa noche, el árbol de Navidad de Pepe se llenó de recuerdos, risas y sobre todo, amor.

"Este es el mejor árbol de Navidad del mundo, y lo hicimos juntos" - dijo Pepe abrazando a su amigo.

"¡Sí! ¡Amo la Navidad!" - respondió Lucas con una sonrisa de oreja a oreja.

Con la estrella brillante en la cima, Pepe aprendió que lo importante no está solo en las decoraciones, sino en los momentos compartidos con aquellos que amamos. Y desde ese día, cada Navidad se volvió un poquito más especial para Pepe y su árbol, que siempre brillaba con luz propia por el esfuerzo y cariño que habían puesto en él.

FIN.

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