Pepe y su árbol de Navidad
Era una mañana muy especial en el barrio de Pepe, porque se acercaba la Navidad. Pepe, un niño de diez años lleno de energía, no podía esperar para decorar su árbol de Navidad. Pero esta vez, quería hacer algo diferente. Quería que su árbol fuera el más bonito y original de toda la ciudad.
Esa mañana, mientras caminaba hacia la plaza, se le ocurrió una idea increíble. "¿Y si decoro el árbol con cosas que todos pueden donar?"-, pensó. Así, decidió crear un árbol comunitario, lleno de regalos que los vecinos pudieran aportar.
Con una gran sonrisa en su rostro, corrió hacia su casa y le contó a su mamá lo que quería hacer. "¡Es una idea fantástica, Pepe! Pero, ¿no crees que necesitarás un poco de ayuda?"- le dijo su mamá, mientras le preparaba un chocolate caliente.
"Tenés razón, mamá. ¡Voy a hablar con mis amigos!"- exclamó Pepe. Y así, después de terminar su chocolate, salió corriendo hacia el parque donde siempre jugaba con sus amigos.
Al encontrarse con Juan, Sofía y Lucho, les contó su entusiasta plan. "¡Chicos, vamos a hacer un árbol de Navidad gigante con donaciones de todos!"- dijo Pepe.
"¿Donaciones? ¿Qué tipo de donaciones?"- preguntó Lucho.
"Podemos poner juguetes que ya no usemos, decoración hecha a mano, y todo lo que se les ocurra que pueda hacer feliz a alguien más durante las fiestas. ¡Así todos participamos!"-
"¡Es una gran idea!"- dijo Juan. "Yo tengo un camión de juguete que quiero poner. ¡También voy a hablar con mis vecinos!"-
Sofía, más pensativa, agregó: "Tal vez también podamos hacer tarjetas de Navidad para acompañar los regalos. Así podemos escribir mensajes bonitos a quienes lo necesiten."-
Todos estuvieron de acuerdo, y juntos comenzaron a hacer volantes para invitar a todo el barrio a participar. Pepe se convirtió en el líder del equipo y, cada día después de la escuela, se reunían en la plaza a planear su árbol.
Con el tiempo, el proyecto comenzó a tomar forma. Las donaciones empezaron a llegar, y el grupo decidió que el día de la decoración sería el tres de diciembre, un día antes de la fiesta del barrio.
El día llegó y el árbol estaba listo; era un árbol enorme, hecho con ramas de pino. Pepe y sus amigos estaban tan emocionados que se olvidaron de comer. "¡Vamos a decorarlo ya!"- gritó Sofía mientras sacaba las cosas que habían recolectado.
El árbol se llenó de luces, juguetes, y decoraciones hechas de papel por cada niño del barrio. Hasta la abuela de Lucho llevó unas galletitas decoradas para colgar en el árbol. "¡Esto se ve increíble!"- exclamó Pepe, mientras giraba alrededor del árbol admirándolo.
Pero cuando terminó la decoración, notaron algo extraño. "Esperen, está muy bonito, pero... ¿dónde están los regalos para los que lo necesitan?"- se dio cuenta Juan. Nadie había traído regalos para ser donados a los más necesitados.
En ese momento, Sofía tuvo una idea brillante. "¿Y si hacemos una colecta aquí mismo? Cada familia puede traer algo que no use, pero que esté en buen estado. Aprovechamos la fiesta y se lo damos a las organizaciones del barrio que ayudan a quienes lo necesitan."-
Todos se miraron emocionados. Salieron corriendo a hablar con sus familias. La fiesta del barrio comenzó y, mientras la gente disfrutaba de las actividades, también empezaron a traer regalos para el árbol. Uno a uno, los niños y adultos fueron colocando las cajas bajo el árbol, creando una gran montaña de sorpresas.
Al final del día, Pepe se sintió lleno de alegría. Había logrado convertir su idea en una fiesta donde la comunidad se unió para ayudar. "A veces, se trata de dar, no sólo de recibir"-, reflexionó.
Finalmente, el árbol de Navidad de Pepe se convirtió en el símbolo de la solidaridad del barrio, y no sólo decoraron su hogar, sino el corazón de todos.
Y así, la Navidad llegó para Pepe y su comunidad con más luces que nunca, más sonrisas que regalos, y el verdadero espíritu de la festividad: compartir y ayudar a otros. Si bien el árbol estaba decorado, lo más importante era lo que representaba: el amor y la unión de todos en un sólo lugar.
Desde ese año, el árbol de Navidad comunitario se convirtió en una tradición, y cada diciembre, los niños del barrio lideraban la colecta y la decoración, recordando siempre que lo más hermoso de la Navidad era unirse y ayudar a los demás.
FIN.