Pepe y su Viaje Espacial



Había una vez un nene llamado Pepe que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Desde que era muy chiquito, Pepe tenía un sueño: ¡quería ir al espacio! Cada noche, se sentaba en su patio trasero, miraba las estrellas y se preguntaba qué habría más allá de ellas.

Un día, mientras jugaba en la plaza, conoció a una niña llamada Lila. Ella también compartía su pasión por las estrellas y los planetas.

"¿Te imaginas cómo será estar en el espacio?" - dije Pepe, con los ojos brillantes.

"¡Sí! Debe ser como flotar en un mar de estrellas" - respondió Lila, sonriendo.

Pepe decidió que iba a construir una nave espacial. Con la ayuda de Lila, comenzaron a recolectar cosas que encontraron en el camino: cajas de cartón, botellas vacías y mucha cinta adhesiva. Cada día se juntaban para trabajar en su proyecto.

Después de algunas semanas, lograron crear una nave espectacular. Le pusieron un nombre: *Estrella Brillante*. Estaba lista para su primer viaje. Pero antes de despegar, el abuelo de Pepe les hizo una advertencia:

"Recuerden, chicos, el espacio no es solo diversión. Hay que ser muy, muy cuidadoso. Pero si se preparan bien, pueden aprender mucho sobre el universo".

Con los consejos del abuelo en mente, Pepe y Lila se subieron a *Estrella Brillante*. Con un gran grito de alegría, empujaron un botón hecho de papel de color rojo y, de repente, la nave comenzó a vibrar.

"¡Estamos despegando!" - exclamaron juntos.

A medida que subían, el pueblo se hacía más pequeño. Pero algo inesperado sucedió, a medio camino, la nave hizo un ruidito extraño.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Lila, asustada.

"¡Deberíamos revisar!" - dijo Pepe. Cuando abrieron la compuerta, se dieron cuenta de que uno de los motores se había salido de su lugar.

"No te preocupes, Lila. Yo sé un poco sobre cómo funcionan las cosas. ¡Vamos a arreglarlo!" - intentó animarla Pepe. Se pusieron a trabajar juntos para volver a instalar el motor. Al principio fue complicado, pero con paciencia y trabajo en equipo, lograron solucionarlo.

"¡Lo hicimos! Ahora podemos seguir nuestro viaje" - celebró Lila.

Finalmente, llegaron a un lugar increíble: un hermoso anillo de asteroides brillantes y de colores. Se sentían como verdaderos astronautas. Pero hubo otro giro inesperado. Notaron una pequeña nave del lado contrario que parecía estar teniendo problemas. Pepe y Lila se miraron, inseguros.

"¿Y si necesitan ayuda?" - preguntó Lila.

"Claro, eso es lo correcto. ¡Vamos a ver qué les pasa!" - respondió Pepe, decidido.

Al acercarse, se dieron cuenta de que era un grupo de alienígenas que estaban tratando de arreglar su nave. Con un poco de miedo, Pepe y Lila les ofrecieron su ayuda.

"¿Cómo se llaman?" - preguntó Pepe, acercándose con cautela.

"¡Somos los Zorbolitos!" - contestó el alienígena más grande, que tenía tres ojos y una sonrisa amigable.

Juntos, trabajaron para reparar la nave de los Zorbolitos. Pepe y Lila compartieron conocimientos sobre herramientas y problemas mecánicos, mientras los Zorbolitos les enseñaron sobre las constelaciones y su planeta lejano.

Después de un rato, la nave de los Zorbolitos estaba lista. Ellos estaban muy agradecidos y, como muestra de agradecimiento, les ofrecieron llevar a Pepe y Lila a dar una vuelta por su planeta.

"¡Esto es increíble!" - gritó Lila, mientras volaban por el cielo alienígena lleno de colores vivos. El planeta era un lugar de maravillas, con árboles de chicles y ríos de jugo.

Al final del día, Pepe y Lila regresaron a su nave. Sabían que tenían que volver a casa.

"¿Estás listo para volver a nuestro pueblo?" - preguntó Lila, sonriendo.

"Sí, pero no quiero olvidar todo lo que aprendimos. Tal vez un día, ¡podamos volver a visitarlos!" - respondió Pepe.

Gritaron de felicidad mientras la *Estrella Brillante* se dirigía de regreso a casa. Al llegar, todos en el pueblo estaban ansiosos por escuchar su historia. Pepe y Lila compartieron sus aventuras y lo que significaba ayudar a otros, sin importar cuán diferentes fueran.

Y así, Pepe no solo cumplió su sueño de ir al espacio, sino que también aprendió que la amistad y la colaboración pueden superar cualquier obstáculo. No importaba si eran humanos o alienígenas, todos podían aprender unos de otros.

Pepe y Lila siguieron soñando con nuevas aventuras y un futuro lleno de posibilidades. A veces, solo hay que atreverse a dar un paso y seguir las estrellas.

FIN.

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