Pepita y el misterio de los sabores



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Sabores, donde todos los alimentos vivían felices y contentos.

En este lugar mágico, cada alimento tenía su propio hogar, donde crecían y se desarrollaban antes de ser llevados a las casas de las personas. En el centro del pueblo se encontraba la Plaza del Mercado, donde los alimentos se reunían todos los días para contar historias sobre sus viajes y experiencias.

Allí, el tomate era siempre el centro de atención con sus relatos sobre su origen exótico en América Central. Un día soleado, llegó un nuevo alimento al pueblo: una manzana verde llamada Pepita. Era curiosa por naturaleza y quería descubrir de dónde venían todos los demás alimentos.

Pepita empezó a preguntar a cada uno de ellos acerca de su nacimiento. Primero fue a hablar con la zanahoria que le contó que había nacido bajo tierra en una huerta cercana al pueblo.

Luego fue a ver al pollo que le explicó cómo había sido criado en un granja llena de gallinas felices.

Después visitó a la vaca Lechera quien le contó cómo pastaba libremente en los campos verdes y daba su rica leche para hacer queso y yogur. Pepita estaba fascinada por todas estas historias. Sin embargo, algo no cuadraba en su cabeza. ¿De dónde venía ella? No sabía si era una fruta o una verdura ni tampoco conocía el lugar exacto donde había nacido.

Decidida a encontrar respuestas, Pepita decidió aventurarse más allá del pueblo hacia lo desconocido. Caminando entre los árboles, encontró un granero abandonado donde vivía una vieja abuela sabia llamada Doña Sabor.

La abuela Doña Sabor le dio la bienvenida y escuchó atentamente las preguntas de Pepita. Con una sonrisa en su rostro, la abuela le explicó que ella era una fruta y que había nacido en un hermoso huerto no muy lejos del pueblo.

Pepita se sintió aliviada al saber su origen y agradecida por toda la información que había recibido. Decidió regresar al pueblo para compartir sus descubrimientos con todos los alimentos.

Cuando llegó a la Plaza del Mercado, reunió a todos los alimentos y les contó sobre su encuentro con Doña Sabor. Les habló de cómo cada uno tenía un lugar especial de donde provenían y cómo eso los hacía únicos.

Los alimentos estaban emocionados de escuchar estas historias y comenzaron a apreciar aún más el valor de su propio origen. A partir de ese día, todos se dieron cuenta de lo importante que era conocer su procedencia y respetar el lugar del cual venían.

Desde entonces, en el pueblo Sabores, cada vez que alguien compraba o comía un alimento, recordaba siempre dónde había nacido y lo trataba con amor y gratitud.

Y así es como Pepita ayudó a crear conciencia sobre el origen de los alimentos en el pueblo Sabores, enseñándoles a todos que cada bocado tiene una historia detrás. Y desde aquel día, nunca más nadie olvidaría dónde nacen los alimentos.

FIN.

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