Pepito, Juanito y el gran plan para salvar el planeta



Era un hermoso día en el colegio, pero Pepito y Juanito no estaban contentos. Habían visto un documental en clase sobre el calentamiento global y la contaminación, y los había dejado pensativos. Con el corazón pesado, decidieron buscar a su maestra, la señorita María.

"Señorita María, ¿puede ayudarnos?" - preguntó Pepito.

"Sí, claro. ¿Qué les preocupa, chicos?" - respondió la maestra con su habitual amabilidad.

"Nos preocupa lo mal que está el planeta. ¿Qué podemos hacer para ayudarlo?" - dijo Juanito, con los ojos llenos de determinación.

La señorita María sonrió y los miró con un brillo especial.

"Hay muchas cosas que podemos hacer. A veces, los pequeños actos marcan una gran diferencia. Les propongo un desafío: crear un plan para cuidar nuestro querido planeta."

Los chicos se miraron emocionados.

"¡Sí, hagámoslo!" - exclamaron al unísono.

El primer paso fue organizar una reunión con sus compañeros de clase. La señorita María les ayudó a preparar un cartel que decía: "¡Todos juntos por el planeta!". Se convocó a una asamblea especial para discutir ideas.

Llegado el día, el aula estaba llena de risas y entusiasmo.

"¿Qué ideas tienen?" - preguntó la maestra.

"¡Podemos reciclar!" - sugirió una compañera.

"Yo puedo llevar mis compritas en bolsas reutilizables!" - dijo otro niño.

"Y yo puedo plantar árboles en el parque!" - agregó Juanito.

"¡Y yo puedo dejar de usar botellas de plástico!" - añadió Pepito, levantando la mano.

La maestra escuchaba mientras anotaba todas las ideas en la pizarra.

"Me encanta su energía. Pero aún hay más. ¿Qué tal si hacemos un día de limpieza en el barrio?" - preguntó la señorita María.

"¡Eso suena genial!" - gritaron todos.

Y así nació la idea del gran Día Verde. Los chicos estaban entusiasmados pensando en cómo invitar a todos sus vecinos. Prepararon volantes coloridos, dibujaron plantas y animales, y repartieron la invitación por el barrio. Todos estaban invitados a llevar sus guantes y bolsas para recoger la basura en el parque.

El gran día llegó y los niños se despertaron muy temprano, llenos de energía. Cuando llegaron al parque, vieron que había muchas más personas de las que esperaban. Padres, abuelos y vecinos se habían unido a su causa.

"¡Qué buena onda! Miren cuánta gente vino!" - dijo Juanito, sorprendido.

"Sí! Esto es increíble!" - sonrió Pepito.

Con guantes y bolsas en mano, comenzaron a limpiar el parque. Mientras trabajaban, conocieron a un señor mayor que pasaba por allí.

"¡Hola, chicos! Me parece genial lo que están haciendo. Estoy muy orgulloso de ustedes." - les dijo el abuelo.

"Gracias, abuelo!" - respondieron los dos, felices.

"Me gustaría ayudar, ¿qué puedo hacer?" - preguntó el anciano con seriedad.

"Puede ayudarnos a recoger basura de aquellos arbustos!" - dijo Juanito.

Y así, los niños y los adultos trabajaron codo a codo, llenando bolsas de residuos. A media tarde, se sentaron a descansar y disfrutaron de un picnic que habían preparado con sus meriendas. Después de comer, la señorita María compartió una maravillosa sorpresa.

"¡Miren lo que tengo! Residuos reciclables que encontramos, lo llevaremos al centro de reciclaje! ¡Y para celebrar, los invito a una actividad de manualidades!" - les anunció la maestra, levantando su voz con entusiasmo.

Los niños aplaudieron y se sintieron felices de que su esfuerzo tuviera un buen propósito.

"¡Hicimos algo bueno para el planeta!" - gritaron todos juntos. La señorita María asintió, con gran orgullo.

Pero justo cuando pensaban que todo había terminado, llegó una gran tormenta. El cielo se oscureció y la lluvia comenzó a caer.

"¿Qué hacemos?" - preguntó Pepito, preocupado.

"Podemos construir refugios con cajas recicladas!" - sugirió Juanito rápidamente.

Con ingenio y trabajo en equipo, los niños comenzaron a levantar refugios improvisados con los materiales que habían recolectado. Todos se metieron dentro de las cajas y se reían bajo la lluvia, disfrutando del momento como un juego.

Finalmente, mientras la lluvia suavemente se detenía, un arcoíris apareció en el cielo. Pepito y Juanito miraron hacia arriba, iluminados por una luz de esperanza.

"Está claro que el planeta también nos agradece." - dijo Juanito.

"Sí, esto es solo el comienzo. ¡Estoy seguro de que podemos hacer aún más!" - finalizó Pepito.

Con ese espíritu, el Día Verde fue solo el primero de muchos pasos que darían para cuidar su amado hogar. Nunca olvidaron que cada pequeño gesto cuenta y, juntos, comenzaron a soñar con cómo podrían hacer del mundo un lugar mejor, un día a la vez.

FIN.

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