Pepito y el Valor de la Amistad



Era un día soleado en la ciudad. Pepito se despertó con la esperanza de que esa jornada sería mejor que la anterior. Sin embargo, al abrir su celular, encontró un mensaje nuevo que lo hizo sentir su corazón hundirse: "Nadie quiere jugar con vos, sos un loser". Pepito suspiró y guardó el teléfono en su mochila. Sabía que, aunque el sol brillaba afuera, su mundo se oscurecía cada vez más debido al ciberbullying que sufría por parte de algunos compañeros de su colegio.

La escuela se había convertido en un lugar incómodo para él. Mientras todos reían y jugaban al fútbol en el recreo, Pepito se sentaba solo en un rincón, mirando el cielo.

Esa mañana, mientras esperaba el timbre, su amiga Juanita se acercó con su usual energía.

"¡Hola, Pepito! ¿Qué te pasa? Te veo un poco bajoneado, ¿todo bien?"

"No, nada está bien..." respondió Pepito, con la cabeza gacha.

"¿Por qué? Contame, soy buena para escuchar" insistió Juanita.

Pepito dudó, pero finalmente decidió abrirse.

"Esos chicos me escriben cosas horribles en las redes. Me dicen que no sirvo para nada y..."

Juanita lo interrumpió en seguida.

"¡Eso no está bien, Pepito! Nadie debería hacerte sentir así. Hay que hacer algo."

"Pero, ¿qué puedo hacer? No quiero que se enojen más conmigo..."

"Podemos hablar con la profesora, o mejor, formar un grupo en clase para hablar del ciberbullying. Esto no es solo cosa tuya, hay otros chicos que también sufren en silencio” explicó Juanita con seguridad.

Pepito pensó por un momento.

"Tenés razón, Juanita. Tal vez si hablamos con la profesora, podríamos hacer algo para que esto pare.

Los dos decidieron ir a hablar con la profesora Laura. Con timidez, Pepito expuso su situación, mientras Juanita lo apoyaba desde su lado. La profesora escuchó con atención, tomando nota.

"Es muy importante que hablemos de esto en clase. Hoy mismo organizaré una charla sobre el ciberbullying. Todos debemos entender que lastimar a otros no está bien" dijo la profesora, mirando a Pepito con una sonrisa alentadora.

Ese mismo día, la profesora reunió a toda la clase en el aula.

"Hoy vamos a tocar un tema muy serio: el ciberbullying. Nadie debería ser víctima del hostigamiento. ¿Alguien quiere contarme qué es para ustedes?"

Juanita levantó la mano.

"Es cuando alguien utiliza internet o redes sociales para hacerle daño a otra persona. Puede ser muy doloroso y, a veces, quienes lo sufren no se animan a contarlo" explicó.

La clase se llenó de murmullos, y Pepito sintió que se le acumulaban las emociones.

"Yo soy Pepito, y tengo un problema con eso en mi red social...", comenzó. A medida que se abría, otros compañeros hicieron lo mismo, compartiendo sus experiencias.

La profesora les propuso una actividad.

"Vamos a crear un mural donde todos puedan dejar mensajes positivos y frases de apoyo. Esto será nuestro recordatorio de que debemos cuidarnos y protegernos unos a otros".

Pequeños dibujos comenzaron a adornar el mural, junto a palabras como —"valiente" , —"amistad"  y —"respeto" . Pepito nunca había sentido tanto apoyo de sus compañeros.

Con el tiempo, las cosas comenzaron a cambiar. Cada vez que Pepito recibía un mensaje negativo, Juanita estaba ahí para apoyarlo y recordarle lo importante que era ser él mismo.

Un día, mientras estaban en el recreo, uno de los chicos que solía hostigarlo se le acercó.

"Che, Pepito, vi lo que hicieron en clase. La verdad, me di cuenta que no está bueno lo que hice..."

Pepito miró a Juanita, que lo animaba con su sonrisa.

"Gracias, me alegra que lo pienses. Mi amiga Juanita me ayudó a no sentir miedo por tu culpa" dijo, mirando a su amigo por primera vez.

Y así, Pepito se dio cuenta de que, gracias a la amistad y al apoyo de aquellos que realmente se preocupaban, había logrado superar el dolor del ciberbullying.

Desde entonces, Pepito y Juanita se dedicaron a fomentar mensajes sobre la importancia de la diversidad y el respeto, creando un espacio donde cada niño se sintiera valorado y querido.

FIN.

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