Pepito y el vuelo mágico
Había una vez tres peces que vivían tranquilos en una pecera en el jardín de una niña llamada Sofía. Dos de ellos eran verdes y se llamaban Pepito y Juanito, mientras que el tercero, un hermoso pez de color azul, se llamaba Andre. Pepito, que siempre soñaba con volar, miraba a menudo por el cristal de la pecera, suspirando por la libertad que veía en el mundo exterior.
Un día, mientras Pepito nadaba inquieto, una extraña chispa de luz atravesó la pecera. - '¿Qué fue eso?' - preguntó Juanito, mientras Andre se acercaba curioso. De repente, Pepito sintió un cosquilleo en su espalda y, para su sorpresa, dos alas brillantes comenzaron a crecer.
- '¡Miren! ¡Tengo alas!' - gritó Pepito emocionado, agitando sus nuevas extremidades. Juanito y Andre miraron con asombro.
- '¡Eso es increíble! Pero... ¿dónde vas a ir?' - preguntó Juanito.
- 'Voy a salir de aquí, a ver el mundo que hay afuera' - respondió Pepito decidido.
Y así, con un fuerte aleteo, Pepito voló por encima de la pecera y comenzó su aventura. En su camino, se encontró con un dragón pequeño que estaba sentado en una roca, concentrado en su móvil, jugando un divertido juego.
- '¡Hola, dragón! ¿Qué haces aquí?' - preguntó Pepito, posándose cerca de él.
- '¡Oh, hola! Estoy jugando a atrapar estrellas. ¿Te gustaría unirte?' - respondió el dragón, levantando la vista.
- '¡Claro! Pero, ¿puedes mostrarme cómo jugar?' - dijo Pepito, emocionado.
Juntos se divirtieron jugando y riendo. Pero pronto Pepito decidió que era hora de seguir explorando.
- 'Gracias, dragón, pero tengo que seguir mi camino. Quiero ver más cosas' - dijo Pepito con una sonrisa.
- '¡Buena suerte en tu aventura!' - exclamó el dragón mientras Pepito tomaba vuelo de nuevo.
Voló hacia una hermosa fuente que, para su sorpresa, estaba congelada. Aterrizó suavemente sobre el hielo y se encontró con una rana que saltaba alegremente.
- '¡Hola, rana! ¿Qué haces en esta fuente congelada?' - preguntó Pepito.
- '¡Salto! Me encanta jugar en el hielo, ¿quieres unirte a mí?' - respondió la rana, saltando de felicidad.
- '¡Sí! ¡Vamos a jugar!' - dijo Pepito.
Jugaron juntos un buen rato, deslizando sobre el hielo y saltando. Pero mientras tanto, una luz brillante apareció y un unicornio mágico apareció, reluciendo en colores increíbles.
- '¡Hola, pequeños amigos! ¿Se están divirtiendo?' - preguntó el unicornio con una voz melodiosa.
- '¡Sí! ¡Es muy divertido aquí!' - exclamó Pepito.
El unicornio, que podía conceder deseos, miró a Pepito con curiosidad y le preguntó. - 'Cuéntame, ¿cuál es tu mayor deseo?'
- 'Quiero conocer el mundo, volar en la libertad y hacer muchos amigos' - respondió con el corazón abierto.
El unicornio sonrió y, con un movimiento de su cuerno, dijo: - '¿Por qué no transformo este lugar en un parque mágico donde puedan jugar todos los seres del bosque y el cielo? Así nunca estarán solos.'
Pepito se iluminó de alegría. - '¡Eso sería maravilloso!' - exclamó.
- 'Así será entonces' - respondió el unicornio, mientras la fuente se llenaba de vida.
De repente, otros animales comenzaron a aparecer: aves que habían estado volando, otros peces que habían querido salir de sus peceras y muchas criaturas del bosque. Ahora, Pepito, Juanito y Andre podrían jugar en un lugar lleno de colores y amigos.
- 'Gracias, unicornio, por hacer esto posible', dijo Pepito alzando su voz con emoción.
- 'Recuerden siempre que los deseos pueden hacerse realidad si tienen fe en ellos y se atreven a seguir sus sueños' - dijo el unicornio, antes de marcharse.
Y así, Pepito, Juanito y Andre vivieron muchas aventuras, llenas de amistad y alegría, mientras aprendían lo importante de nunca dejar de soñar.
Desde ese día, la fuente mágica se convirtió en un lugar especial donde todos podían jugar y disfrutar, recordando siempre que la verdadera magia está en el amor, la amistad y en atreverse a volar hacia sus sueños.
FIN.