Pepito y la búsqueda fraternal
Había una vez un pollito llamado Pepito que vivía en un hermoso gallinero en el campo. Era el hermano mayor de sus cinco hermanitos, y siempre se preocupaba por ellos.
A medida que el invierno se acercaba, Pepito notó que sus hermanos pequeños habían desaparecido. Pepito buscó por todos lados, pero no encontraba ni rastro de ellos. Estaban tan bien escondidos que parecían haberse volatilizado en el aire.
Preocupado, Pepito decidió emprender un viaje para encontrar a sus hermanos perdidos. Caminando por los campos, Pepito encontró a Don Conejo, quien estaba cavando madrigueras para protegerse del frío invierno.
"Don Conejo", le dijo Pepito con voz temblorosa, "mis hermanitos han desaparecido y tengo miedo de que les pase algo malo". Don Conejo levantó su cabeza peluda y miró a Pepito con ternura. "No te preocupes, pequeño pollito", respondió tranquilamente. "Te ayudaré a buscarlos". Juntos comenzaron la búsqueda en cada rincón del campo.
Mientras exploraban entre los arbustos y hierbas altas, escucharon risas provenientes de detrás de unos árboles cercanos. Se acercaron sigilosamente y descubrieron a los hermanitos de Pepito jugando con una familia de ratones.
"¡Hermanitos!" exclamó emocionado Pepito mientras corría hacia ellos. Los pequeños pollitos saltaron sobre él con alegría y abrazaron a su querido hermano mayor. "¿Cómo llegaron aquí?" preguntó Pepito, aún sorprendido.
Los hermanitos explicaron que habían decidido explorar un poco más lejos de lo habitual y se habían encontrado con los ratones, quienes los invitaron a jugar en su acogedora madriguera.
Pepito les dio un sermón sobre la importancia de no alejarse demasiado sin avisar, pero al mismo tiempo estaba feliz de verlos sanos y salvos. Juntos, regresaron al gallinero para prepararse para el invierno que se avecinaba. Los días pasaron y el invierno finalmente llegó.
El gallinero estaba lleno de calidez y amor gracias a la presencia de todos los pollitos juntos. Pepito cuidaba de sus hermanitos día tras día, asegurándose de que estuvieran abrigados y bien alimentados. Al darse cuenta del amor incondicional que tenía por su familia, Pepito decidió contarles una historia todas las noches antes de dormir.
Les contaba historias sobre valentía, amistad y la importancia de estar siempre juntos. A medida que el tiempo pasaba, los hermanitos crecieron fuertes y sabios bajo el cuidado amoroso de Pepito.
Aprendieron a valorar la unidad familiar y a nunca perderse entre sí nuevamente. Y así es como Pepito enseñó a sus hermanitos la importancia del amor fraternal y cómo cuidarnos mutuamente en momentos difíciles.
Juntos enfrentaron cada desafío con valentía y siempre recordaron: "Nada nos separará porque somos una familia".
FIN.